Depredador - Capítulo XI
Capítulo XI
—Entonces la maestra dijo que yo tenía que mejorar en la lectura y hacer caliradida— Comentó emocionada Aubrey mientras se sentaba en la cama de Liam con la mirada brillante, estaba feliz por haber ido a su primer día del colegio.
—Caligrafía— Corrigió el ojigris mientras la miraba atentamente.
—Si, eso caligafida— Intentó de nuevo Aubrey sin abandonar la sonrisa emocionada
—Repite conmigo CA-LI-GRA-FÍ-A—
—CA-LI-GRA-FÍ-A—
Liam asintió aprobando y la instó a que siguiera contando todo.
—Luego conocí a Carlota, tiene los mismos años que yo y sabe sumar rápido. Ella es muy lista, también conocí a Shawn— Ella comenzó a reírse murmurando palabras que no se le entendía, Liam suponía que estaba tratando de contar algo cómico que le había pasado, pero es que la risa de Aubrey no se detenía, tanto que no le salía la voz.
—Aubrey, respira por favor, cálmate y respira para que luego me cuentes — Murmuró con una sonrisa sincera a la pequeña castaña que esta vez había podido calmar su risa ahogada. Ella respiró hondo quitándose las lágrimas para comenzar a contar.
—Shawn… él — Respiró hondo soltando una pequeña risa que logró contener al momento — Él dijo que podía columpiarse hasta llegar al cielo y — La pequeña soltó otra pequeña risa un poco más de tiempo. — Se empezó a mecer muy fuerte caaaasi llegando hasta el cielo y — Aubrey no pudo contenerse más y empezó a reírse —cuando casi lo tocaba, le pegó por accidente a la maestra y le derramó el refresco en la camisa de la Miss— Liam podía jurar que la risa de Aubrey se escuchaba en casi toda la casa y eso era música para sus oídos, la felicidad de ella era todo lo que le importaba.
—Eres tremenda eh — Liam le comenzó a hacer cosquillas a la más pequeña y ella se retorcijaba tratando de quitarle las manos de encima.
—¡Basta Liam! — Cuando él le quitó las manos ella lo abrazó fuertemente para susurrar —Gracias por sacarme de allí — Ella le dio un beso en la mejilla y se bajó de la cama —Ya me voy a mi cuarto, buenas noches Liam
Él se despidió con la mano y luego se acostó en su cama mirando hacia el techo, el día de hoy había sido muy duro, sabía que el depredador había tomado control de la situación y agradecía mentalmente de no ser capaz de recordar aquel episodio que supuso había sido atroz
Liam cerró los ojos esperando que el día de mañana fuera mucho más tranquilo, aunque en su vida se hubiese imaginado lo que ocurriría.
El día llegó rápido y con ello Liam se preparó para las ordenes de Alexander que por suerte no se lo había cruzado pues estaba en una junta de negocios, según los que trabajaban en la casa. Él tenía que esperar que fuera la hora de la tarde para ir a buscar a Jade Savannah a su trabajo, Liam pensaba en la actitud de la castaña y era algo que no entendía, por un lado, le decía que la llamara Savannah cuando estuvieran a solas y por otro lado se mostraba muy cariñosa con su esposo cuando le era infiel. Pero él más que nadie sabía que no todas las personas eran lo que reflejaban, todos o casi todos escondían algo y ese algo era que la de ojos café era una mujer que no le era fiel a nadie. Alexander no era un santo, después de todo él estaba metido en los negocios turbios, pero si estaba claro que él trataba a Savannah o mejor conocida por él como “Jade”, como una reina, por consiguiente, no entendía su infidelidad.
El ojigris fue a buscar a Aubrey al colegio y ésta la envolvió con sus pequeños brazos por las piernas de él.
—Estoy cansada de aprender— Suspiró dramáticamente
—Y todavía te quedan muchos años para seguir aprendiendo— Murmuró Liam mientras ayudaba a subir a Aubrey dentro de la camioneta.
—Lo sé, quiero ser maestra como la mía porque los niños siempre le regalan cosas y yo quiero que me regalen cosas, además la maestra pareciera que siempre lo sabe todo, es muy inteligente. — Sonrió emocionada
—Vas a ser lo que tú quieras ser— Liam le acomodó el cinturón de seguridad para luego montarse él en el lado del chofer.
Él tenía ganas de escapar, quería con todas sus fuerzas irse a otra ciudad con la pequeña y así poder salir de toda la mierda que le estaba rondando, pero sabía que un movimiento en falso y él estaba muerto.
Manejó con calma hasta llegar a la mansión, ella se bajó de la camioneta con prisa y comenzó a correr haciendo que la mochila se moviera de un lado a otro. Liam miró su reloj y aún le faltaban dos horas para salir a buscar a Savannah al hospital.
Él comenzó a ayudar a Aubrey con sus tareas, él sabía sumar y restar, pero multiplicar y dividir era algo sumamente difícil pues, su educación fue interrumpida desde muy temprana edad. Él sabía hablar bien por la cantidad de libros que leía en sus tiempos libres, que era mucho.
Cuando la alarma sonó él le dio un beso a Aubrey en la frente y salió de allí con rumbo al hospital.
Al llegar sólo tuvo que esperar unos quince minutos antes de ver la figura de la castaña salir por la puerta de vidrio, Liam no pudo evitar mirarla de arriba hacia abajo, su figura era altamente atrayente y aún afirmaba que era la mujer más hermosa que sus ojos hayan visto antes.
Él se bajó para abrirle la puerta de atrás y ella le dedicó una sonrisa cansada para entrar a la camioneta.
—Voy a dormir un poco, me avisas cuando lleguemos a casa—
Liam no dijo absolutamente nada y sólo se dedicó a manejar, luego de unos minutos se percató que una camioneta lo venía siguiendo, en principio quiso estar seguro por lo cual comenzó a doblar en varias esquinas, sin embargo, la camioneta seguía detrás.
—Señorita Baggio.
—Te dije que me llamaras Savannah
—Agárrese que nos están siguiendo— Contestó fríamente ignorando su pedido.
—¡¿Qué?!, no otra vez por favor— La voz de la de ojos café fue nerviosa mientras se acomodaba mejor el cinturón de seguridad.
Liam apretó el acelerador metiéndose en toda la autopista, luego se dio cuenta que no era sólo una camioneta si no tres.
—Son tres camionetas señora— Liam apretó con fuerza el volante sabiendo que quizás no iba a poder salir ileso de esto.
—LIAM, ¡HAZ ALGO POR FAVOR!— Gritó desesperada Savannah mientras que veía las camionetas rodearlos.
Una primera embestida hizo que casi perdiera el control de la camioneta, Liam miró al vehículo de la derecha esperando la siguiente embestida, pero no contó con que el de atrás iba a poder chocarle al mismo tiempo que el de la derecha, logrando que la camioneta terminara por estrellarse en un poste de luz.
Liam sentía que podía perder el conocimiento en cualquier momento.
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Sources: 1, 2
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