Jonathan Swift y la risa. Periplos, Revista de Arte y Literatura. N° 4

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Jonathan Swift y la risa / @rjguerra*

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Pocos autores de la literatura universal han sido víctimas de una mayor tergiversación de su obra por parte de la cultura popular como Jonathan Switft. Comparte el dudoso honor con Herman Melville, cuya Moby Dick ha corrido la misma suerte que Los viajes de Gulliver, de Swift: haber alcanzado una persistente difusión masiva como lecturas infantiles, lo que nunca pretendieron los autores, y, con seguridad, jamás sospecharon que pasaría. Por supuesto, no es la transformación en sí misma lo que está mal, sino la puerilización y mutilación de unos textos de gran profundidad literaria y filosófica.


Retrato de Jonathan Swift, por Charles Jervas. Fuente

Ambos autores crearon imágenes (en el sentido de metáforas) poderosas y eso explica, en parte, su reiterada aparición en los libros infantiles, en el cine y en la televisión. Pero no es de eso, tan importante y serio, de lo que quería escribir hoy, sino de la risa amarga de Jonatham Swift presente en gran parte de su obra, pero sobre todo en su libro más conocido, el ya mencionado Los viajes de Gulliver.

Swift nació en Irlanda en 1667 y murió en Inglaterra en 1745. Fue clérigo, funcionario, cortesano, y un lúcido y amargo crítico de los males de su siglo, su sociedad y de la condición humana en general. Dicen que murió aquejado por la locura.

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A él se debe el extraordinario ensayo Una modesta proposición para que los hijos de los pobres de Irlanda dejen de ser una carga para sus padres y su patria, magistral obra de humor negro que recuerdo haber leído por primera vez en un librito de Editorial Bruguera titulado 10 maestros del humor negro cuando tenía 17 o 18 años.

Leí con asombro e incontenibles carcajadas la “modesta proposición” del autor que, en forma resumida, consiste en que los pobres alimenten bien a sus hijos durante un año y luego los vendan a los terratenientes y a los ricos para que estos los coman, porque no hay nada más tierno que la carne de un bebé, sea en estofado, asado o a la parrilla. La proposición tiene la doble virtud de garantizar un dinero extra para los padres y al mismo tiempo reducir la cantidad de católicos en Irlanda. Swift no se olvida de señalar que ya que los terratenientes se han comido a los padres, no tiene nada de malo que también se coman a los hijos. Añade que con esta proposición no busca ninguna ventaja personal, ya que su esposa ha pasado la edad fértil.

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En Los viajes de Gulliver, Swift lleva a su héroe a parajes insólitos, algunos de los cuales son bastante bien conocidos por todos los lectores, como el viaje a Liliput (que dio origen al adjetivo “liliputiense”), donde Lemuel Gulliver conoce un reino de gente diminuta; o aquella otra isla donde conoce a los houyhnhnms, nobles caballos inteligentes y parlantes, que contrastan con los bestiales yahoos, animales con la apariencia externa de los seres humanos.

En medio de las aventuras vividas por el personaje principal siempre hay espacio y tiempo para las comparaciones con la Inglaterra nativa, sus costumbres, forma de gobierno, vicios y (pocas) virtudes. El espíritu satírico de Swift se despliega en estas páginas en las que pasa revista a su propia sociedad contemplándola en el espejo deformante de las sociedades y culturas que su imaginación inventa.


Fuente

Esta capacidad de invención desbocada y reflexión es responsable, en gran medida, del efecto cómico producido por su narración. La risa surge en el lector casi a su pesar; es una risa algo amarga porque en esos vicios, violencias innecesarias, arrogancias y estupideces, nos reconocemos a pesar de los casi trecientos años transcurridos desde la publicación de la obra.

En el viaje de Gulliver a la isla de Laputa, a la que llega, como en los otros casos, luego de un naufragio, se encuentra uno de los parajes más divertidos y cómicos de todo el libro. Se trata de la visita a la Gran Academia de Lagado, una de las ciudades de la isla, en la que se reúnen todos los sabios e innovadores del reino. Por descontado, Jonathan Swift no usa la palabra “innovadores”, pero la considero adecuada por las características de los que allí trabajan.

Es gente dedicada al mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales de su sociedad. Buscan hacer más eficiente la producción de lana, la mayor productividad de los campos; así como el mejoramiento de las construcciones, encontrar mejores métodos para escribir libros o comunicarse y muchas cosas más. Lástima que sus métodos sean por completo extravagantes.

Uno quiere extraer rayos de sol de los pepinos; otro, espera calcinar hielo para producir pólvora; el mismo individuo tiene un tratado sobre la maleabilidad de fuego. Está un ingenioso arquitecto con un método para construir casas comenzando por el tejado hasta concluir en los cimientos. Un artista con gran reputación y reconocimiento era experto en mezclar colores para pintar, aunque él mismo y sus discípulos eran ciegos, por lo que les ensañaba a distinguirlos por el olfato y el tacto. Uno espera obtener tejidos industriales de la labor de las arañas, a las que alimenta con moscas de distintos colores; unos condensan aire para convertirlo en una sustancia dura, mientras otros ablandaban mármol como convertirlo en almohadas.

Pero donde la Academia alcanza sus mayores logros está en la sección de "estudios especulativos"; es decir, aquellas disciplinas aplicadas al pensamiento, a la filosofía, al lenguaje y a la política. Uno de los académicos más reputados tiene un proyecto para hacer avanzar el conocimiento humano partiendo de operaciones mecánicas al alcance de cualquiera:

Todos sabemos cuán laborioso es el método corriente para llegar a poseer artes y ciencias; pues bien: gracias a su invento, la persona más ignorante, por un precio módico y con un pequeño trabajo corporal, puede escribir libros de filosofía, poesía, política, leyes, matemáticas y teología, sin que para nada necesite el auxilio del talento ni del estudio.

En concreto, el proyecto consiste en una máquina con tablillas en las que se encuentran todas las palabras del diccionario, manejada por treinta operarios. A una orden, estos mueven ciertas palancas, y las tablillas forman líneas de texto que otros treinta operarios leen. Cuando encuentran tres o cuatro palabras que pueden formar una oración, las anotan. Con ello esperaba producir una obra completa de todas las artes y las ciencias.

Citaré en extenso la apreciación de Lemuel Gulliver sobre las ideas políticas de algunos académicos

En la escuela de arbitristas políticos pasé mal rato. Los profesores parecían, a mi juicio, haber perdido el suyo; era una escena que me pone triste siempre que la recuerdo. Aquellas pobres gentes presentaban planes para persuadir a los monarcas de que escogieran los favoritos en razón de su sabiduría, capacidad y virtud; enseñaran a los ministros a consultar el bien común; recompensaran el mérito, las grandes aptitudes y los servicios eminentes; instruyeran a los príncipes en el conocimiento de que su verdadero interés es aquel que se asienta sobre los mismos cimientos que el de su pueblo; escogieran para los empleos a las personas capacitadas para desempeñarlos; con otras extrañas imposibles quimeras que nunca pasaron por cabeza humana, y confirmaron mi vieja observación de que no hay cosa tan irracional y extravagante que no haya sido sostenida como verdad alguna vez por un filósofo.

Las consideraciones de Jonathan Swift se extienden a la política, la medicina, la administración pública, la lucha entre partidos y muchas otras materias, y sería demasiado largo reseñarlas todas aquí.

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Este catálogo de desatinos es un juego divertido que mueve a risa, pero no solo eso; así lo entendieron autores posteriores que hicieron de la sátira y el humor un medio eficaz para denunciar esa forma específica de la estupidez humana que es una mezcla de arrogancia, ignorancia y falsa erudición, como lo demuestran obras de Gustave Flaubert (Bouvard y Pécuchet), Stanislaw Lem (Diarios de las estrellas) y Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Crónicas de Bustos Domecq). Lo más notable es que tanto en Jonathan Swift como en los otros autores mencionados, la capacidad de crear una historia imaginativa y aventurera se encuentra en equilibrio con la denuncia, a veces apasionada, de los males del mundo.

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@rjguerra (Rubi Guerra)*. Escritor venezolano. Autor de varios libros de cuentos y las novelas El discreto enemigo y La tarea del testigo.

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Ambas obras de Swift son joyas a través de las cuales el mundo se mira descarnadamente. Por momentos, en especial la Modesta proposición, arranca risas malvadas que te dvuelven su eco (¿de qué me estoy riendo, mare mía?).
Un trabajo crítico de primera, @rjguerra. Gracias por hacer posible otro número de Periplos.

Excelente reseña, @rjguerra. En parte de acuerdo contigo respecto a la casi trivialización de la cual ha sido objeto la obra de Swift. Viéndole el lado positivo, el haber encasillado su obra maestra en el campo de la literatura infantil permitió a muchos niños y jóvenes acercarse la sátira de Swift y conocer de esa creación maravillosa (a través de adaptacones más breves, dibujos animados, etc.) que de otra manera quizás no hubiera alcanzado tanta audiencia en los últimos 50 años.
Obviamente, el original debería ser lectura obligada y ensayos como este pueden ayudar a despertar el interés por este valioso clásico de la literatura universal.

Debo releer "Los Viajes de Gulliver" y urgentemente encontrar "Una modesta proposición". Gracias por este ensayo, como aspirante a escritor y humorista lo considero una joya.

No da risa que versiones de un libro se conviertan en su magna obra opacando al resto, que bueno que lo reseñas, me despiertas curiosidad por la modesta proposición, gracias,@rjguerra.

Excelente post, @rjguerra. Creo que vas a despertar una ola de (re)lectura de Swift. Sobre todo de *Modesta proposición..." Gracias por tan interesante trabajo. Te envío abrazos.

Estupendo trabajo que reivindica el carácter irreverente e irónico, hasta lo cáustico, de Swift. Se te agradece que logres remozar, con tan buena escritura, esa visión que, como dices, con frecuencia es desconocida. Me imagino la risa sardónica del irlandés al componer esos traviesos textos críticos. Gracias por tu excelente contribución a este tema en Periplos . Saludos.

Hola excelente post te invitamos a unirte a nuestro grupo TEAM CACHALOTE BLANCO para hacer curaciones en grupo y generar buen contenido.

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Ah, @rjguerra, gracias por traernos de vuelta en Periplos a Jonathan Swift, el viejo amigo de nuestra infancia-adolescencia-juventud.
Leyendo esta publicación tuya me ha entrado un gran deseo de revivir en sus extraordinarias aventuras.
Te saludo, hermano. Un abrazo.

Buen texto sobre un gran escritor, su ironía y humor en la "Modesta proposición" es algo que merece conocerse, saludos.

Magistral reseña. Muy didáctica. Tuve la oportunidad de leer la Modesta Preposición gracias a @marlyncabrera y me pareció una obra genial por su sátira y sarcasmo. De Los Viajes de Gulliver, solo tengo recuerdos de lo que pude leer en mi niñez y de los dibujos animados que vi . Voy a leerla en lo que tenga un tiempo. Quiero disfrutar de ese humor y sarcamos que hay en dicha literatura. Ese extracto de la obra que citas allí es grandioso. El comienzo me sacó una carcajada : "En la escuela de arbitristas políticos pasé mal rato. Los profesores parecían, a mi juicio, haber perdido el suyo". Genial , de verdad, al igual que tu reseña.