No sé por qué, pero tengo el presentimiento que en alguna parte de este magnífico ensayo hay una décima escondida. Excelente trabajo (como si el editorial no hubiera sido suficiente).
Vivimos en una sociedad en la que se nos inculca que no todo puede ser juego, que hay que tomarse la vida en serio, etc. etc. Y cuando uno lee reflexiones como las que planteas aquí, no puede evitar un "yo si he sido pendejo."
Creo que a todos nos ha faltado más juegos en nuestras vidas. Y aún en la supuesta seriedad de la adultez, si tan sólo nos condujéramos con la prestancia de los carajitos al jugar, nuestro mundo sería un mundo con más orden y más gracias (en todos los sentidos de la palabra).

Gran trabajo, hermano.