Confesiones... Parte final...Amor, erotismo y obsesión. Todo es ficticio.
Me desperté muy confundido, preguntándome si todo eso habría sido un sueño o habría sido real, pero yo soy incapaz de hacer algo así, porque como les dije anteriormente soy un hombre de fé y cree firmemente en las leyes de Dios, aunque sabía que todo hombre es capaz de pecar porque desde nuestra creación el pecado ha estado en nosotros (y fue el morder de una manzana que es relacionado con el pecado carnal) por eso no es de extrañar nuestros deseos carnales, luego fue un pecado tras, otro; sin embargo yo soy un guía, se bien lo que está en la sagrada ley y lo que no está en cumplimiento, sobre todo el asesinar a mi amada, a mi Dulcinea, a mi Julieta…No pude haberlo hecho, por eso fui a la casa de Verónica ahí podría encontrar las repuestas a mis preguntas.
Al llegar la casa, toque la puerta varias veces y en ninguna ocasión obtuve respuesta, me asome un poco por las ventanas para intentar ver algo hacía dentro de la casa, pero lo único que pude ver fue una soledad y un vacío en la casa. Eso me lleno de muchos miedos, sobre todo me hizo pensar más en Verónica, me la imagine abriendome la puerta vestida de sirvienta muy sexy y me hacía pasar, de pronto estaba dentro de la casa, tenía unas llaves en las manos, las probé en la cerradura de la puerta … Si, eran de la casa - ¿No puede ser? – Me dije – Tuve ganas salir huyendo de la casa, pero algo en mi interior me detuvo, necesitaba respuestas, así que me quede y camine por toda la casa, estaba limpia y ordenada, aunque bastante sola, en ella se percibía un ambiente poco agradable, estuve buscando en cada rincón algún indicio que dijera que había pasado algo sangriento en esa casa, no halle nada. Mi nueva incógnita y era ¿Cómo conseguí tener las llaves de las casa? Así como ese día fui varias veces a la casa en búsqueda de pistas, sin ningún resultado, en ocasiones mi enfermizo sentimiento llamado Verónica, llevaba a situaciones ilusorias me llevaban a autosastifacerme en una casa donde pudo haber asesinato, y la persona que llamaban mis pensamientos mientras hacía eso pudo ser la víctima de esa fatal acción, espero que Dios me perdone por esas cosas que hice, se que no fue grave pero, lo enfermo de esa situación lo hace ver muy grave.
Un día de regreso a casa, luego de hacer otra inspección en la casa de Verónica, mis pensamientos se perdieron en: sus bailes sensuales, en sus besos, sus senos, sus perfectas curvas, su trasero y en su perversión, tanto así que solamente el sonido de una corneta de un carro me trajo a la realidad, no me había dado cuenta en el cambio de luces del semáforo – Debo decirle que fue la primera vez que me ocurrió, los cambios de rojos a verde en muchas ocasiones la evocaba - Continúe mi camino pero, vi una cafetería , decidí ir por un café. Estando cerca de la barra esperando por ser atendido mis sentidos, más bien instintos y mis pensamientos de deseo carnal despertaron cuando percibí ese perfume, que mata mis más puros deseos, mire a todos a lados hasta que la vi.
Ahí estaba ella saliendo de la cafetería, fui tras ella, la seguí a pie me olvidé que tenía carro, pero debía saber a dónde iba. La seguí por unas cuantas cuadras hasta llegar a una edificación, era un prostíbulo y con un nombre también famoso en los países de turismo sexual, su nombre “Distrito rojo”.
Antes de entrar unos hombres de aspecto rudo me requisaron como lo hacen los policías, luego de haber aprobado mi requisición uno de ellos dijo: Viniste a dar la hostia a todas las monjitas. Fue en ese momento cuando me di cuenta que llevaba puesto mi alzacuellos blanco.
Adentro el ambiente no se diferenciaba mucho del “Barrio rojo”, me sentí desorientado, miraba a todas las chicas, no puedo negar que muchas de ellas eran muy atractivas y muchas chicas se me acercaron sonrientes buscando conversación y convertirme en uno de sus clientes, pero a todas las trate con desinterés solo me interesaba encontrar a Verónica, sin embargo a todas le preguntaba por Verónica, la describía y ninguna la conocía, hasta que me di por vencido y me retiré del lugar.
Al otro día volví al “Distrito rojo” , al llegar a la entrada me volvieron a revisar, el mismo vigilante del día anterior me dijo de forma chistosa: Hoy hará el rosario una de las chicas. Le hice caso omiso al comentario y entre, me sentía desesperado quería verla, me senté en una mesa ubicada en una esquina en donde podía observar el salón, y como el día anterior varias chicas me coquetaron pero, solo me interesaba verme con Veronica, de pronto la ví en la barra del bar con su sensualidad, con una ropa que hacía resaltar sus atributos. Me le acerque rápidamente y entablamos una conversación pícara – Pude notar que ocasiones me miraba como un extraño y no recordaba muchas cosas, sin embargo me esa mirada rara también me gustaba - Luego de un tiempo de una conversación, subimos a la habitación, como siempre fue muy excitante y satisfactorio en todos los sentidos, sus movimientos, sus trucos, me volvio loco.
Después de ese reencuentro más pensaba en ella, me la imaginaba dándole nalgadas, besándole los senos, acariciandola, amarrada y sometida a mis deseos, me sentía más unido a ella, debía hacer algo para no perderla de nuevo como las veces las anteriores y otra vez pensé en hacer ese lazo de sangre, no tenía otra opción en mente.
Aunque parezca un poco metafórico y extraño que un padre se exprese de esta manera, pero para mi el acto sexual es un rito, que comienza con bailes de caricias y besos, luego viene la unión de los cuerpos, donde las oraciones son los gemidos y las palabras atrevidas, hasta llegar al encuentro divino de la excitación.
Por varios días estuve preparándome e intentando de convencer a Verónica para hacer nuestros encuentros sexuales en mi casa, me pareció extraño su comportamiento cuando hablaba con ella y para ser sincero en ocasiones me parecía estar hablando con otra chica, pero Verónica es única, además como no conocer a mi maestra en el divino pecado del sexo.
Llegó el día en que la convencí ir a mi casa, cuando llegamos ya tenía el ritual, listo en mi cuarto y como en las veces anteriores solo recuerdo ciertas imágenes. Le vendé los ojos, luego la ate de las manos y piernas abiertas de pie con unas cadenas que las fije a unas paredes, la bese y acaricie sus suaves labios, luego continúe con un recorrido de besos y caricias por todo su cuerpo, para luego hacer la penetración, recuerdo que me dijo muy excitada: Si, así son tus misas… creo que iré todas. Después me ví acercándome a ella por su espalda con un cuchillo y la recorría toda con la hoja del cuchillo, pude notar un poco de nerviosismo en ella, lo hizo notar cuando me dijo: ¿Qué haces? ¿Qué es eso?. Yo le dije: Calmate, a partir de ahora estaremos juntos desde la sangre. Cuando dije eso ella comenzó a forcejear para intentar soltarse de las cadenas y me decia groserias, luego le puse el cuchillo en el cuello, pude notar su fuerte respiración. Ella con su forcejeo pudo desprender la cadena que sujetaba su pierna derecha y me lanzó una patada, pude tomarle la pierna con uno de mis brazos y pensé: Sabía que debía reforzar esa soldadura a pared. Luego le hice una cortada profunda en su cuello, ella aún intentaba patearme y se movía tratando de liberarse de mí, mientras su sangre brotaba de su cuello, seguidamente yo como un vampiro asome mi boca a su cuello, comencé a chupar y lamer su sangre – Para serles sincero no es una escena nada agradable que aún se encuentra en mi memoria cuando reflexiono en el mal que pude hacerle al amor de vida – Luego como siempre me encontré perdido y desorientado pero, esta vez estaba en el jardín de mi casa.
Al encontrarme parado en el jardín y no recordar muchas cosas, solo cortas imágenes, me di cuenta que algo no andaba bien en mi, pero ¿Por dónde empezar?
Esa noche no pude dormir pensando en todo lo ocurrido, entonces decidí ir a contarlo todo a la policía, ellos me dijeron que tenian una investigación abierta de dos mujeres desaparecidas, me mostraron las fotos de las mujeres una de ellas sin duda era Verónica, la otra se parecía mucho pero, no lo era. La policía ha reviso mi casa y no hallaron pruebas que me involucró en la desaparición de esas mujeres, pero un tiempo después alguien dijo haberme visto con una de las mujeres desaparecidas y volvieron a citarme.
Estando en la policía esposado y sentado en silla, pude reconocer a un joven que salía de una de las oficinas. ¡Vaya! ¿Qué cosas las de Dios?...no me lo creerán, pero ese joven era nada más y nada menos, que el portero del burdel “Distrito rojo” que hacía chistes al verme y luego recordé verlo en ocasiones en la iglesia, siempre supo quien era y a que me dedicaba, estoy seguro que fue él la persona quien dijo que me veía con Verónica, pero aún así la policía no encontraba pruebas para relacionarme con su desaparición, se dieron cuenta de lo enamorado que estaba de ella, pero también notaron así como lo habran hecho ustedes que me obsesione con ella, lo cual nunca negaré porque como ella no debe haber otra.
La policía me libero hubo mucho revuelo con todo eso de la desaparición de dos mujeres, que ahora ya no eran dos, sino cinco mujeres desaparecidas y un hombre que era el esposo de una de ellas, todas las atenciones de la pista estaban en encontrar a ese hombre, y para ser sincero sentía algo de culpa y algo en mi no se sentía bien, estaba algo incomodo con todo esa situación y que muy dentro de mí sabía algo que debía decir, pero ¿Qué era?
Una noche mientras estaba acostado en la cama, mis pensamientos evocaron a lo mas bello que podía haber visto, la desnudez de Verónica, sus perfectas curvas moldeadas en su cuerpo, su atrevido color de piel, la perfecta forma de sus labios, sus ojos que brillan tanto como las estrellas en el infinito del cielo, la veía parada a unos pocos metros de mi, yo pare de la cama y camine hacia ella, me tomó de la mano y fuimos hacía al jardín, nos paramos frente de un espacio que había preparado unos meses atrás para hacer un pequeño huerto de tomates, pero no le había dedicado tiempo. de repente ella me mira y grita fuertemente y colocó su mano en su cuello, haciendo una expresión de dolor, le tomé la mano y vi que la tenía con sangre, al retirarle su mano de su cuello pude ver una cortada profunda y la sangre brotar, le coloque mis manos en su cuello como un intento de detener el sangrado, pero fue inútil, luego ella miró a otra dirección frente a nosotros y dijo: Pablo ¿Por qué me haces esto?, y al mirar hacia esa dirección, me asuste mucho, ahí estaba parado yo con un cuchillo lleno de sangre, mirando fijamente a Verónica de una manera muy tranquila, luego mi otro yo desvío la mirada hacia la tierra recién preparada, y después me miró y dijo: De verdad que no teníamos otra opción, pero nunca pensé en hacerle daño, disculpame de verdad… Yo también la amo… Sabía que tú no ibas a poder hacerlo… Perdoname Alberto… Deberias cavar ahí. Y señaló hacia la tierra preparada para el huerto, luego desperté con mi respiración acelerada – ¿No puede ser? Otra vez había aparecido Pablo, como explicarle a ustedes quien es él, pues sufro del trastorno de identidad disociativo o también conocido como trastorno de personalidad múltiple y Pablo es mi otra personalidad, pero había pasado muchos años desde su última aparición en mi, y el no es una persona agresiva, pero si se atreve a hacer cosas las cuales yo podría hacer, como atreverse a hacer el lazo de sangre – Pensé en ese momento al despertar.
Fui para al jardín con una pala y cave en lugar que me indico Pablo, mientras lo hacía tenía un mal presentimiento y rezaba pidiendo a Dios que solo hubiera sido un mal sueño, cuando de pronto vi algo que afirmó todos miedos y me congelo por un instante antes de dejar la pala a un lado y continuar sacando arena con mis manos, era una mano de una mujer, a pesar de los malos olores que me emanaba, no deje de seguir cavando, así lo hice hasta sacar seis cuerpos humanos y putrefactos.
Camino a la policía con mis manos temblorosas, sudando mucho y pensando en como decir mi confesión. Al contarles todo a la policia no lo podian creer, ellos fueron a mi casa, tomaron fotos, y se llevaron los cadáveres. Después de la identificación de los cuerpos me mostraron las fotos de ellos en vida, solo pude identificar a Verónica las otras cuatro mujeres no las conocía y al hombre tampoco, mientras veía las fotos podía escuchar una voz interna diciendo: Lo siento, no fue mi intención hacerles daños a todas esas personas… pero no entiendo porque eran más… Me daba cuenta que eran otras después que las veía muertas y yo solo quería estar más unido a ella, así como tú. Luego ví la cara de sorpresa o confundido, no se como describirle su expresión mirándome por lo que acaba de ocurrir, como lo pueden notar había hablado con Pablo. La policía me citaron a un psiquiatra, el me diagnostico lo que ya les dije: un trastorno de identidad disociativo, pero además me diagnosticó síndrome de Fregoli, le explico este síndrome se caracteriza por creer que otras personas en realidad son una sola que ya conoce. Me apresaron por el resto de mis días después de hacer mis confesiones y ahora no me queda más que esperar mi juicio divino con Dios, y recordar a mi divino pecado llamado Verónica.