FIRMEZA
Trabajar el Ser antes que el Hacer.
Una semana atrás me sentía desanimado; tanto de cuerpo como del alma. Me sentía como aquel zombie que estamos acostumbrados a ver en las películas de terror; caminando sin rumbo y la mirada perdida, teniendo un solo objetivo en mente, estando a la defensiva y respondiendo con violencia a cualquier cercanía.
No es la primera vez que pasaba, pero si la más intensa de todas.
Observaba todo a mi alrededor con amargura y enojo, sin explicación alguna, molestaba más el no saber que me tenía así. Intentaba cualquier método para sentirme mejor, pero nada resultaba. Volví a transcurrir los lugares que me brindaban aquella paz que necesitaba, pero solamente era momentáneo el tiempo de tranquilidad, y no lograba nada en pocas palabras.
Me ofuscaba estar en casa, el trabajo ya me irritaba y la rutina se estaba adentrando en mis días.
No encontraba con quién desahogarme, a quién contarle mi sentir y que me entendiera.
Viernes 8:00 p.m: Freddy toma su teléfono y entra a la aplicación YouVersion, y lee un marcador de hace 2 años que decía lo siguiente “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46”
No sabría como explicarte lo que sentí al leer ese fragmento de la vida de Jesús, entender y reconocer aquella parte humana de Él.
Muchas personas no comprenderán esto que diré, pero sentí una gran liberación al leer ese fragmento. Cada día estoy más seguro de mi decisión al seguir y ser como Cristo. A pesar de tantas fallas que cometo día a día, Él ve solamente mi esfuerzo y no el que juzgarme.
Uno de los fragmentos más reflejados en mi vida acerca de Jesús, fue el momento en el cual Él dejó fluir su Ser por un amigo, Lázaro.
“Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
Y Jesús lloró.
Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
Juan 11:33-36”
Tú eres el Lázaro que Jesús ama, se entregó por ti. No estás muerto, busca de Él.
“Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Juan 11:44”