Depredador - Capítulo XVI
Capítulo XVI
Había pasado dos semanas en un abrir y cerrar de ojos, Savannah no había tenido otra oportunidad para poder hablar a solas y con comodidad con Liam ya que Alexander no la dejaba sola en ningún momento, ella pensó que estaba sospechando por lo cual tuvo bajo perfil; por otro lado el ojigris estaba recuperándose con éxito todo ese tiempo, ya casi no le quedaban dolores y los hematomas habían desaparecido casi con su totalidad.
En otro sentido, Aubrey estaba muy al pendiente de Liam, casi como si fuera su responsabilidad, gesto que agradeció el moreno. Ella era la única que sabía como domar a la fiera con sólo una mirada o una pequeña súplica, tenía el poder de hacerle sonreír y desear estar en un lugar donde pudieran estar tranquilos para verla crecer y convertirse en toda una señorita; todo lejos de la realidad.
Era sábado y su segunda personalidad lo sabía, él había estado hablándole reiteradas veces cada vez que se quedaba solo o cuando dormía, el depredador tenía ganas de matar, de saciar aquella sed y ¿Quién mejor que aquella persona que lo hizo nacer?. El culpable de esa personalidad tan bestial era la misma persona que ese día iba a morir de la forma más despiadada posible.
Liam le agradeció que ese día Aubrey hubiese quedado con una compañera de clases para una fiesta de cumpleaños, él no quería que ella estuviese cerca, no ese día cuando sabía que sus manos se mancharían de sangre. El ojigris sabía que cada vez que mataba a alguien, una parte buena de él moría y era algo que no podía evitar porque no tenía manera de salir.
Caminó lentamente hacia la camioneta que lo llevaría devuelta a su realidad, a lo que él era, a lo que él estaba diseñado a ser, una maquina de muerte andante. Él era eso, una bestia, un depredador.
Los minutos pasaban mientras él repasaba en su mente las clases de cosas que quería hacerle a aquella persona que tanto odiaba, que tanto deseaba su sufrimiento. Se remojó los labios para curvar una pequeña sonrisa cínica al escuchar las súplicas del sujeto vestido de vaquero; recordó cuando le pidió a Alexander que se encargara que se vistiera así pues él quería matar también la imagen que tenía en su cabeza y que tanto daño le hacía.
—Señor Liam, hemos llegado— Anunció el chofer.
Liam, fiel a su estilo, no dijo absolutamente nada; se bajó de la camioneta y se dirigió hacia la empresa, allí se encontró a nada más y nada menos que Steven.
—¡Hey depredador!, ya te extrañábamos por aquí— Sonrió diabólicamente aquel hombre, al ver que no iba a decir nada, puso los ojos en blanco y lo dirigió hacia el ascensor que lo llevaría a niveles subterráneos donde se encontraba el Killbox.
—Esta pelea será asombrosa, en la Deepweb se vendieron todos los tickets así que habrá más de 10.000 personas aquí— Contó emocionado, Steven examinó a Liam y se veía tan inexpresivo como siempre, la única manera de hacerlo reaccionar es cuando se metían con Aubrey o cuando estaba en el Killbox.
—Y dime ¿cómo está Aubrey?—
Ante la mención de la pequeña, Liam retiró los ojos de enfrente y lo miró a él fijamente con la mirada intensa, lleno de odio y rencor. Sus manos se cerraron y antes que Liam hiciera una estupidez, las puertas del ascensor abrieron
Liam respiró hondo tratando de calmarse para caminar lentamente por los pasillos de aquella estructura, le abrieron la puerta de su antiguo dormitorio para que se alojara allí mientras esperaba la llegada de la noche.
A él le dio tiempo de dormir una pequeña siesta, que fue interrumpido por la entrada de una de las gemelas, más precisamente, Hannah.
—Mi depredador, lamento molestarte— Ella se acercó con pasos lentos haciendo resonar el tacón de su sandalia en el piso de la habitación. — Pero debes de comer algo para estar fuerte para la pelea— Liam asintió para sentarse en la cama y la rubia tronó los dedos para que pasara una mujer de cincuenta y pico de años con frutas, proteínas y carbohidratos balanceados para estar fuerte.
Al terminar de comer, ya Hannah se había marchado, ella sabía que no podía tener relaciones con él antes de la pelea, por lo que se retiró antes de que le fallara la poca autocontrol que tenía.
Tan pronto como le avisaron que ya tenía que ir a pelear, el depredador se levantó y fue directamente hacia la puerta, allí ya estaban esperándolo para guiarlo al killbox. Como siempre, él estaba ansioso pero ese día lo estaba aún más. Su sed de venganza lo le exigía que matara y él estaba apunto de darle aquella satisfacción.
Cuando entró por aquella puerta dándole paso al estallido eufórico de la gente, el depredador se sintió en casa. Aquel era el lugar que siempre quería estar, lleno de gente tan retorcida como él, tan dispuesta a oler sangre y mirar el sufrimiento mientras él, era el causante de todos ellos.
—¡DEPREDADOR!
—¡DEPREDADOR!
—¡DEPREDADOR!, ¡UHHHH AHHH!
El ojigris se dio cuenta que el Killbox estaba un poco diferente pues, en una de las esquinas había instrumentos de torturas. Ya había escuchado las nuevas reglas, pero para que el público estuviese al tanto, el hombre que siempre estaba en el micrófono comenzó a aclararlo
—Este es el nuevo diseño de pelea, el ganador o el que vaya ganando la pelea, cuando el contrincante esté casi K.O. puede acudir a la mesa de tortura, todo para el bien del espectáculo.
Inmediatamente las personas estallaron en silbidos y aplausos, la euforia era gigante y las ganas que tenía de aplicar la tortura letal eran atroz.
Tan pronto como el depredador entró en aquella Killbox, se sentó en la silla que estaba a un lado del cuadrilátero y se dejó ajustar los guantes de boxeo, él se iba a divertir primero con aquel vaquero que no tenía idea de lo que le esperaba.
Pudo escuchar cómo se cerraba la puerta del cuadrilátero, subió la mirada para encontrarse con aquel hombre tenía la cara de suficiencia. Su sonrisa era arrogante y eso hizo que Liam o, mejor dicho, el depredador levantara una ceja.
—Vaya vaya, he oído que me quieres matar
El depredador hizo una pequeña sonrisa, más similar a una mueca, sin embargo no le respondió; se levantó de la silla para dejar que un hombre abriera la reja del killbox que estaba del lado del depredador y se la llevara.
La mesa con los instrumentos de tortura estaba protegida por una reja que se abriría cuando se supiera que el contrincante ya esté en muy malas condiciones.
—Que empiece la pelea
Liam comenzó a analizarlo para acercarse lentamente a él y susurrar con voz gélida.
—Te haré sufrir de la peor manera posible, desearás nunca haber nacido, en estos momentos soy el mismísimo diablo.
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