Ana Frank: La Voz De Una Niña
Todos hemos oído alguna vez de Ana, una niña con ascendencia judía que vivió escondida de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial por casi dos años y medio. Una niña por la que se ha creado polémicas que discuten si realmente existieron ella y su diario, o sólo fueron una hisroria. Personalmente creo que Ana y su diario verdaderamente existieron, y vale la pena conocer quién fue, su historia y los acontecimientos más resaltantes de su estadía en el que ella llamaba, el anexo secreto.
Annelies Marie Frank nació en Fráncfort del Meno (Hesse, Alemania), y fue la segunda hija de Otto Heinrich Frank y su mujer, Edith Hollander, siendo Margot la primera hija del matrimonio. Su padre fue designado para ayudar en la expansión hacia los Países Bajos de su compañía. Frank había considerado mudar a su familia ahí después de la elección de Adolf Hitler en el ascenso del Nazismo, así que aceptó el puesto y se mudó solo a Ámsterdam para encontrar una casa para su familia y más tarde se fue toda.
Ana deseaba un diario para su cumpleaños número 13, y sus padres le cumplieron su deseo, le regalaron un diario que pasaría a ser su mejor amigo, emocionada Ana comienza a escribir sobre sus días cotidianos en la escuela y con sus amigos, sin saber que más adelante éste sería el libro que plasmaría los atroces momentos de la historia vistos desde los ojos inocentes de una niña.
Y entonces comienza escribiendo sobre sus amigos, chicos que le llaman la atención, salidas con sus compañeros, sus aspiraciones y cómo se ve a sí misma, algo normal en el diario de una chica, pero lo peculiar de Ana es su cruda manera de escribir lo que siente y pasa en su vida. Ana comienza a explicar cómo son tratados los judíos; tienen ciertos horarios para salir, sólo pueden caminar o andar en bicicleta para transportarse, son denigrados y discriminados haciéndoles llevar una estrella amarilla en sus atuendos para poder clasificarlos entre los demás, poco a poco les van asignando colegios sólo para judíos, les cierran sus negocios, les arrebatan sus propiedades, y así, sigue escribiendo sobre la creciente opresión judía, hasta que la hermana de Ana, Margot, recibe una carta de orden para su deportación a un campo de trabajo forzado, entonces Otto Frank decide llevarse a su familia a vivir como clandestinos y prepara un escondite en la parte de atrás de su empresa; consiste en un anexo de tres plantas, el cual se encuenta protegido por una biblioteca que oculta y hace inaccesible su entrada.
Y así sin más, le anuncian a Ana una día antes de la partida al anexo el plan para ocultarse de los nazis, ya que si eran encontrados los llevarían a campos de exterminio donde serían sometidos a una muerte segura en la que morirían lenta y dolorosamente, y si estaban en estable estado físico; a campos de concentración donde serían obligados a pasar por muy desgastantes y maltratadores trabajos forzados en los que era muy probable que con el tiempo murieran de enfermedades o desnutrición. Ana hace sus maletas y a penas puede dormir por la noche para partir muy temprano por la mañana al anexo secreto a pie, donde ya previamente su padre había poco a poco almacenado algunas de sus pertenencias, objetos de necesidades básicas y comida.
El anexo secreto no poseía muchos lujos, ni tan poco podía estarse allí a gusto, los inquilinos debían mantenerse en silencio, sobre todo por la mañana cuando trabajadores se encontraban en la empresa, debían comer e ir al baño a ciertas horas para no hacer mucho ruido, bañarse una vez a la semana; generalmente los domingos y, obviamente, no asomarse a ninguna ventana. La familia no vivía sola, junto con ellos se encontraba el matrimonio de los Van Pels, conocidos en su diario como los Van Daan, y su hijo Peter, y más adelante el dentista Fritz Pfeffer, conocido en el diario como Dussel. Trabajadores amigos del señor Frank ayudaron a las familias con los insumos y hacían los encargos que les mandaban.
Ana se expresa en su diario como si le escrubiese a una amiga del alma, se refiere en ella como "Querida Kitty..." en cada carta, le explica cómo es su estadía, y los problemas que tenía con su familia y los Van Daan, ellos la subestimaban muchas veces como una chiquilla sin darse cuenta del potencial que poseía, escribía sobre sus sentimientos, creencias y ambiciones, temas de los que no hablaba con los demás. Al sentirse más segura sobre su forma de escribir, al mismo tiempo que crecía y maduraba, escribía sobre temas más abstractos, como sus creencias en Dios, o sobre cómo definía ella la naturaleza humana. Se pasaba sus días leyendo y haciendo cursos por correspondencia, le apasionaba escribir, de hecho quería ser escritora, así que decidió unir su diario al conjunto de documentos que se publicarían en la post-guerra.
Todos los inquilinos vivían en una constante tortura, a menudo se escuchaban detonaciones que no les permitían dormir por las noches, se limitaban a comer papas, sopas y legumbres, pero a pesar de todo vivían con la esperanza de salir de esa etapa de sus vidas, contaban sus mayores anhelos cuando la guerra terminara y pudieran salir; tomar un largo baño caliente, salir a tomar café, ir al centro, al cine, entre otros, Ana simplemente deseaba tantas cosas que era incapaz de enumerarlas. Luego de un buen tiempo Ana inicia un lazo con Peter, al principio no le caía bien, pero con el tiempo se convirtió en su amor, con quien podía hablar, pasar los días en aquel encierro y a quien le da su primer beso.
Cada día sin duda era más decadente que el anterior, pero todos de cierta forma se iban adaptando a vivir en el anonimato, hasta que el horror y su mayor miedo entró al anexo secreto, La mañana del 4 de agosto de 1944 la Grüne Polizei (o Gestapo) asaltó el escondite y el 2 de septiembre hicieron su último translado desde Westerbork hasta el campo de concentración de Auschwitz, Junto con las otras mujeres no seleccionadas para la muerte inmediata, Ana fue obligada a permanecer desnuda para desinfectarla, le raparon la cabeza y le tatuaron un número de identificación en el brazo, se encontraba separada de su padre, y pensó que había muerto pero de hecho fue el único que sobrevivió a ese infierno.
El 28 de octubre comenzó la selección para reubicar a las mujeres en Bergen-Belsen. Más de 8000 mujeres, Ana Frank, Margot Frank y Auguste van Pels incluidas, fueron trasladadas, pero Edith Frank se quedó atrás. Una vez en el nuevo campo de concentración Ana se consigue con con dos amigas, Hanneli Goslar; llamada Lies en el diario y Nanette Blitz, quienes sobrevivieron a la guerra y contaron que a pesar de la gran enfermedad que Ana pasaba, se notaba muy preocupada por Margot, quien estaba en peor estado, ya que estaba muy débil, Margot muere por el golpe al caerse accidentalmente de su litera, este fue un profundo dolor para Ana, y a los pocos días también ella muere de tifus, quizás unos días más hubiesen bastado para que sobreviviera, en pocas semanas después el campo sería liberado por tropas británicas, el 15 de abril de 1945.
De todos los inquilinos del anexo secreto, Otto fue el único sobreviviente, volvió a Amsterdam y fue informado del fallecimiento de su esposa y del traslado de sus hijas a Bergen-Belsen, quedando con la esperanzas de volverlas a ver, pero en julio de 1945, la Cruz Roja confirmó las muertes de Ana y Margot, y fue solo entonces cuando Miep Gies, una de las trabajadoras que ayudaba a los inquilinos le dio el diario y demás cosas y papeles que encontró pertenecientes a la niña.
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La reacción de su padre fue de sorpresa, pues no esperaba que su hija pequeña fuera tan profunda, y ya que Ana deseaba ser escritora, Otto corrigió su diario y lo adaptó al público cortando partes personales sobre su relación con su esposa Edith para así entregarlo a la historiadora Anne Romein, quien intentó publicarlo, sin éxito. Luego se lo pasó a su esposo Jan Romein, quien escribió un artículo sobre el libro con el título de «Kinderstem» («La voz de una niña») en el periódico Het Parool el 3 de abril de 1946. Escribió que el diario «pausadamente expresado en la voz de una niña, muestra todos los odios del fascismo, mejor que todas las evidencias de los juicios de Núremberg juntas». Su artículo atrajo la atención de los editores y el Diario fue publicado en los Países Bajos en 1947 por el editor Contact, de Ámsterdam, bajo el título Het Achterhuis (La casa de atrás). Fue reimpreso en 1950. En abril de 1955 apareció la primera traducción del diario en español bajo el título Las habitaciones de atrás, y comienza el legado de Ana Frank.
La conmovedora historia que relata esta niña ha sido traducida a más de 70 idiomas, diría que todos deben leer ya que es uno de esos libros que marcan en nosotros, a pensar de poder leerlo, nunca lograremos comrpender del todo los sentimientos tan fuertes que pasaron quienes vivieron en la época de la Segunda Guerra Mundial, y como Ana, deben haber muchas más personas con historias inspiradoras y dignas de admirar.