Peras al caramelo

La manera de presentar la fruta es clave para que entre por la vista... y acabe entrando por la boca, especialmente en el caso de los niños. De modo que os invito a probar una receta de estilo similar a las delicias de uva que preparé hace unas semanas, en este caso con pera. La aprendí del libro de la elaboración de bombones.

Ingredientes (para 2 unidades)

• 2 peras grandes, de 150-200 gramos cada una, que sean bonitas (con el rabillo y sin magulladuras, al menos en la parte superior)
• 100 gramos de caramelos blandos, de los tradicionales (los podéis comprar en una tienda o hacerlos en casa; si los compráis, puestos a elegir, procurad que el color del caramelo contraste con el de la pera)
• 2 cucharadas soperas de nata líquida para montar
• 100 gramos de chocolate negro para fundir
• ½ taza de cacahuetes salados

Utensilios

• papel encerado o papel de aluminio
• dos recipientes aptos para microondas (altos y estrechos, por ejemplo vasos de crisal)
• una cuchara
• un cuchillo

Preparación

Lavad bien las peras y secadlas con cuiado. Si es necesario, con un cuchillo, a cada pera cortadle una lámina de la parte inferor para que la pera se aguante bien derecha. Colocad cada pera en un trozo individual de papel encerado o papel de aluminio.

Trocead los cacahuetes a trozos pequeñitos y reservadlos en un recipiente de base ancha.

Si utilizáis caramelos de compra, retiradles el envoltorio y ponedlos en un recipiente apto para microondas, junto con la nata. Es importante elegir bien el recipiente: tiene que ser de tamaño medio, de una altura y una anchura suficientes para que quepa una pera dentro y se pueda recubrir de caramelo hasta casi la parte superior.

Cuando tengáis los dos ingredientes en el recipiente, ponedlo en el microondas a unos 450 W, de manera interrumpida: removed la mezcla con una cuchara cada 20 segundos para evitar que se caliente demasiado y que se vierta fuera del recipiente. Continuad calentando y removiendo de esta manera hasta que obtengáis una pasta líquida y sin grumos. Con cuidado, porque este paso no es tan sencillo como parece: el caramelo puede llegar a ser muy pegajoso.

Cuando tengáis una mezcla uniforme de caramelo y nata, sujetad una pera por el rabillo e introducidla dentro del recipiente para que quede recubierta de caramelo, hasta tres cuartas partes. Si no habéis encontrado un recipiente que os permita hacerlo adecuadamente, podéis ayudaros con la cuchara para recubrir la pera. En cualquiera de los casos, al teminar sujetad la pera arriba un instante para que gotee todo el caramelo sobrante, y frotad la parte inferior de la pera contra el borde del recipiente de caramelo para que os quede la pera limpia y plana por abajo. Realizad la misma operación con la otra pera.

Dejad las peras en el frigorífico durante unos 30 minutos o hasta que veáis que la capa de caramelo ya se ha solidificado (notaréis que deja de ser pegajoso).

A continuación, calentad el chocolate en un recipiente similar al anterior. Lo podéis calentar en el microondas (con la potencia que se indique en el envoltorio del chocolate) y preferiblemente también a toques de 20 o 30 segundos para ir removiéndolo y controlando su textura. Cuando esté deshecho y templado, submergid cada una de las peras hasta la mitad de la fruta, de modo que quede visible una parte de caramelo.

Una vez más, sujetad la pera para dejar gotear el chocolate sobrante y eliminad los excesos que puedan quedar en la parte inferior, para aseguraros que la pera quede bien sujeta cuando la dejemos en una superficie plana.

En seguida, antes de que se solidifique el chocolate, bañad las peras en los cacahuetes troceados que teníais reservados. Esta última capa tiene que ocupar una cuarta parte de la pera, de modo que cada una de las cuatro franjas que resultan en la pera sean de la misma altura.

Después dejad reposar las peras sobre el papel de aluminio para que se enfríen a temperatura ambiente.

Se pueden servir en el plazo de una hora. En caso que las queráis conservar hay que envolverlas individualmente en envoltorios de plástico y guardarlas en el frigorífico un máximo de una semana, teniendo en cuenta que se tienen que servir completamente templadas.