Mi primer amor

Si el estilo de vida de un venezolano tuviese sinónimos serían: comer arepas, empanadas, tequeños, tomar malta, cerveza y mucho café.

Otro sinónimo sería disfrutar de los paisajes con todo tipo de clima con los panas o con la familia, somos sinónimo de música, de baile de sonrisas y de gente buena.

Pero ser venezolano también significa que tus padres y demás familiares quieran hacerte fanático de un equipo sin siquiera haber salido del vientre de tu madre. “Ese/a será magallenero”, “Que va, será caraquista”, “nada que ver, será guairista como su tío”, la mayoría de los venezolanos hemos pasado por eso.

Eso es lo sabroso de la esencia del venezolano, amamos el béisbol por naturaleza, este deporte está en nuestras venas. Desde octubre hasta febrero gane o pierda nuestro equipo el calor del deporte nacional se siente todos los días, y cuando se acaba nuestra liga esperamos hasta abril para apoyar a nuestros paisanos que brillan en las grandes ligas.

Como buena venezolana no escapo de esto, nací en Caracas, en un hogar con una madre caraquista full chalequeadora y un papá magallanero full picado cuando su equipo pierde. Por ser tan unida a mi padre, el amor al béisbol incrementó diariamente, me sentaba con el a ver los juegos, preguntas iban y venían, mi papá con muuuuuucha paciencia trataba de explicarme lo que ocurría en el diamante.

Sin pensarlo mucho, me hice fanática del mejor equipo del mundo, Los Navegantes del Magallanes, fundado en Catia al oeste de Caracas en octubre de 1918.

En mi niñez comenzó todo, no se qué sería de mí si mi padre no me hubiese enseñado este deporte. Hoy en día disfruto de muchos de los deportes que existen. Disfruto de ver un partido de fútbol, del rugby, las carreras de moto GP y de la F1, las competiciones de atletismo también son de mi agrado, pero el béisbol es realmente otra cosa.

( Comencé como una fanática, viendo los juegos con mi padre y aprendiendo de él, luego reuniéndome con mi familia en diciembre para gozar con los juegos. Posteriormente, escogí estudiar la carrera de comunicación social porque descubrí que lo deportivo me apasiona. Analizar este mundo no es algo que quiero hacer de vez en cuando, a esto me quiero dedicar y todo gracias al béisbol.

Cada vez que tengo la oportunidad de entrar a un estadio de béisbol la adrenalina invade mi cuerpo, se me pone la piel de gallina, incluso se me hacen nudos en el estómago, si lo sé, parecen síntomas de alguien que está enamorado, ¿verdad? Y tal vez sí estoy enamorada y encantada con este deporte que abrió mis ojos a un mundo que actualmente forma parte de mi vida, que me apasiona y me quita el sueño. Sin duda alguna el béisbol es y será siempre mi primer amor deportivo.

Texto y Fotos: Willmary Carmona