Recorriendo el Perú con una Mochila de 6 Kg
Estoy seguro que eran 6 kg, porque cuando estaba empacando, cada elemento, lo pese uno a uno gracias a una pequeña gramera electrónica de mi mamá. No por capricho o porque 6 fuera un número que me gustara, simplemente la aerolínea -low cost”-, no permitía que llevará un gramo más. La verdad, dudaba un poco si era tan cierto que no podía exceder para nada el límite de peso, leí algunas recomendaciones en internet y me causaron un poco de terror. Comentarios como:”Te pesan el bolso y te hacen sacar cosas” o “si te descubren, te pueden cobrar un costo adicional exageradamente alto”.
Para evitar un contratiempo de ese tipo. Opte por llevar exactamente los 6 kg. Así fue, en esta pequeña bolsa negra logre poner lo que consideraba necesario para mi estancia en Perú. Iban a ser 32 días, entonces puse lo esencial, lo que un hombre descomplicado necesita. Dos pares de zapatos, ropa, documentos y una libreta para anotar mis pensamientos. No empaque elementos de aseo, porque el peso no me daba y era algo que podía comprar en Perú. Y para variar, una linterna que solo use durante la última semana. Pero gracias que la lleve, después contaré porqué fue tan útil.
Era mi primer viaje como mochilero y por alguna razón sentía que debía irme solo. Me han preguntado si tenía miedo. Y francamente puedo decir que no, de tenerlo, seguro ni siquiera lo hubiera intentado. Había muchos sentimientos, una gran expectativa por cómo serían las cosas y un poco de incertidumbre ya que no era un viaje turístico donde llevas todo planeado. Al contrario me enfrentaba a lo desconocido. No sabía bien dónde dormir, ni que iba comer, a veces ni los lugares que deseaba visitar y por su puesto ni idea de que tipo de personas llegaría a encontrar.
Todo eso causa un gran torbellino, es la palabra que mejor define ese sentimiento. Alegría, entusiasmo, felicidad, orgullo, confianza... De todo un poco, una mezcla de ingredientes que al final terminan cambiando tu vida. Después de experimentar algo así ya no vuelves a ser quien eras. Es en serio, te cambia, puede que otros no lo noten de inmediato. Sin embargo así es, ya no puedes ser igual. Y no es para asustarse. Simplemente, luego tienes menos miedos, eres más feliz y sientes que has vivido más, te conoces mejor a tí mismo, valoras más a tu familia, eres agradecido, aprendes lo que no has aprendido en años... y mucho más.
Realmente es tanto el impacto, que yo hago una pregunta. ¿Recuerdas tu vida 40 días atrás? Puedes relatar detalle a detalle lo que pasó ese día, que comiste, dónde estabas, cómo te sentías, a quien conociste e incluso la ropa que usabas? No lo se. Pero en mi caso puedo recordar vívidamente cada dia en detalle. Considero que durante una experiencia de estas tu cerebro se vuelve más activo y por eso vives y aprendes mas. Ya no estás en modo automático como muchas veces andamos por este mundo, al contrario estamos en modo alerta. Y ese modo implica asombro, vivir cada día al máximo, aprender de todo, ver los detalles, disfrutar las pequeñas cosas que engrandecen la vida, percibir aromas-colores y agradecer a pesar de las circunstancias. Haces que tu cerebro esté activo 100%, por eso recuerdas todo y por eso yo diría: Vives más.
Durante los próximos días quiero compartir mi experiencia. No tanto los lugares, ni el camino que recorrí. Más bien deseo regalarles mis aprendizajes. Cada lección que me dio la vida durante el proceso. Como estuve en modo vida 100%, puedo recordar muy bien lo que pasó y deseo que mis aportes puedan ayudarles en algo; así sea “al menos”, mostrarles que si se puede, inspirarlos a viajar y que puedan vivir la experiencia por ustedes mismos.
Hoy y cada nuevo día ocúpate de vivir en modo alerta. Que en 30 días puedas recordar con detalles y alegría lo que hiciste y aprendiste este día. No solo porque haya sido bueno o malo, sino porque estuviste realmente presente y viviste en el ahora que es lo único que tenemos. Nada de vivir en modo automático por favor. Enriquece tu vida y llénala de experiencias. 100% activo.
Con cariño.