Mis cejas

Hablemos de pelos otra vez.

Recuerdo que fue en noveno grado cuando una de mis amigas me dijo: "vamos a sacarte las cejas".

En ese entonces, no sé si era la única pero con certeza era de las pocas que no iba maquillada al cole y tenía poco interés en sacarse las cejas.

Y como ella, hubo muchas personas que parecían sentirse incómodas con mis cejas pobladas con las que nunca he tenido problema.

Mi abuelita me llevó a depilarme las cejas cuando cumplí 18 años y se me irritó la piel, terrible. Ahora tenía las cejas esperadas pero en lugar de pelo tenía unas burbujitas bien bonitas...

Hacerlo yo en casa era una tortura porque son muy pobladas y para ser sinceros, duele, no es que sea insoportable pero duele.

En otra oportunidad me llevaron a depilarme las cejas con hilo, POR AMOR A MIS CEJAS.

¿Que si quedaron preciosas?

Quedaron preciosícimas.

Y no se me irritó la piel pero el proceso fue una tortura que detesté con toda mi cara. Sí, con toda mi cara. Me sentí profundamente invadida y a pesar de que el resultado fue precioso, para mí no valió la pena.

Esto no es para mí.

Desde hace un par de años decidí no dejarme llevar por nadie, que me gustan mis cejas así, que no pienso sufrir así sea por un ratico sólo para tener unas cejas esperadas.

Y sí, son cejas esperadas, porque yo estoy contenta con mis cejas. Y no soy menos mujer por llevarlas así, ni menos femenina.

No estoy en contra de las mujeres y hombres que deciden sacarse las cejas, simplemente llegué a la conclusión de que no es para mí, al menos no como rutina, de vez en cuando me provoca también.