Convierte lo que te da la vida en PRODUCTIVIDAD
A veces solemos pensar que la vida nos está dando una especie de lección o paga por algún mal hecho pasado. Seguro te ha sucedido que estás atravesando un buen momento y de repente todo se desmorona colocándote en todo lo contrario, un ambiente de mucho pesimismo.
Aquí es donde se me ocurrió crear este pequeño texto. Que dice mucho en pocas palabras pero quiero que primero lean una historia, o dicho de forma más cordial, algo que me pasó...
En Venezuela básicamente pasamos un mal rato para muchas cosas que seguro en tu país si no eres de Venezuela serían pan comido. Resulta que un día del año pasado, a mediados de Marzo, necesite con urgencia un reemplazo de los 4 cauchos de mi vehículo, un Chevette año 85. En ese entonces estaba bastante difícil obtener si quiera uno solo de esos, porque por razones de mala gestión y esa dificultad que todos conocemos tiene Venezuela con los dolares, se encontraban escasos.
Por lo tanto ya tenía un tiempo considerable en la búsqueda hasta que un día me salió la cita en uno de esos sitios verificados de montura y venta de cauchos, se trata de una estación Morana de Goodyear que para mi fortuna los cauchos venían a precios regulados, sí, básicamente un regalo en comparación a las ventas básicas que se ven en la calle. Esperé el día de la cita y me dispuse a viajar hasta la estación, que me quedaba en Valencia siendo yo de San joaquín, algo así como unos 45 minutos de viaje por carretera.
Durante el viaje, noté en plena autopista que el capot del carro se veía levemente caído por unos centímetros, me pegué a la orilla y me bajé a ver qué sucedía. Había pasado lo peor, se espichaba lentamente uno de los cauchos del copiloto y todavía me faltaban unos 20 minutos más rodando para llegar, ¡todo un lío!. Por suerte cargaba el de repuesto que estaba ya casi pasando los alambres pero se supone que me ayudaría a llegar a mi destino, lo coloqué y no tardó más de 15 minutos en espicharse, pero me encontraba cerca de una cauchera poco ortodoxa pero funcional. Lograron "solventar" la ruptura del caucho que se había cambiado, aun me tocaba rodar un poco más. Arrancando a la estación noté que habían colocado un semáforo nuevo en esa área y que era poco conocido porque los carros frenaban con mucha rudeza, lo que también me tocó hacer a mi. Después de pasar ese frenazo, se escuchó un raro sonido viniendo de atrás del carro pero se esfumó al instante. Rodando unos metros tuve que bajar la velocidad por un policía acostado y adivina, no, se me había partido el cilindro del tambor de freno del piloto y el carro inmediatamente soltó toda la liga de frenos dejándome sin capacidad de frenar. Estaba cerca de llegar no podía perder esa cita tuve que seguir así aun con tantos riesgos de lo que es manejar sin frenos.
No obstante, llegué y vi el sitio demasiado solo, resulta que estaban almorzando los empleados. Conseguí algo de calma y esperé, cuando los empleados reabrieron para empezar a atender les entregué mi impresión de la cita que había obtenido, a lo que respondieron que justo se acababan de terminar esos cauchos, que debía esperar un mes o más. ¡Increíble! Tuve que sujetar toda mi frustración y regresarme a casa, y sí, sin frenos...
Poco a poco manejando en la vía apagando cada rato el carro para que el motor se frenara por si solo ocurrió otra falla faltando solo 5 minutos para llegar. Extraña y casi mágicamente la bomba de gasolina, que es mecánica y es difícil de dañarse, empezó a fallar. Por lo que tuve que llenar manualmente el carburador de gasolina cada 100 metros. Ya había sido un día bastante estresante y desmotivador. Cada ves que salía del carro a llevar el carburador de combustible se hacía más largo el camino. Por lo que un señor que se encontraba casualmente en esa vía que tuve que tomar debido a que no podía ir a alta velocidad sin frenos, se acercó a mi para darme un consejo.
Resulta que hay muchos trucos viejos para solucionar problemas con bombas de gasolina mecánicas, uno de ellos es sacar la misma y soplar del lado contrario hasta que salga la suciedad que la suele tapar y evitar su funcionamiento. Lo interesante de todo es que casualmente ese señor que se veía muy humilde era dueño de una cauchera y más impresionante aún, justo le acababan de llegar los cauchos que yo necesitaba a un precio muy bueno. Tomé los datos del señor y hasta se ofreció en llevarlos hasta mi casa, lo cual acepté y ocurrió satisfactoriamente.
A lo que voy es que, la vida de a poco nos demuestra que lo malo que sucede, siempre, siempre, oculta algo bueno, bien sea un buen beneficio o una lección verdaderamente importante...