vivimos en una mentira!

in #cervantes7 years ago

Vivimos en una mentira


En este mismo momento, podrías estar donde sea, haciendo lo que se te ocurra.

Sin embargo, estás sentado solo y frente a una pantalla

¿Qué es lo que te impide hacer lo que quieres o estar donde quieres?

Todos los días te despiertas en la misma habitación y sigues la misma rutina repetir lo que hiciste ayer.

Sin embargo, Hubo un tiempo en el que cada día era una nueva aventura.

Los días parecían eternos, pero, en algún momento, Algo cambió

Ahora todo es rutinario.

¿Se supone que esto es crecer? ¿Ser libre?

Realmente... ¿Somos libres?

Los alimentos. El agua. La tierra.

Todo aquello que necesitamos para sobrevivir es propiedad de las corporaciones.

Ya no hay frutas en los árboles, ni agua limpia en los arroyos,

ni terrenos donde construir una casa.

Intenta tomar lo que provee el planeta e irás preso.

Entonces obedecemos «sus» reglas.

Descubrimos el mundo a través de un libro de texto.

Pasamos años sentados repitiendo lo que nos dicen. Nos ponen a prueba, nos clasifican, como sujetos de laboratorio.

Educados no para marcar la diferencia en este mundo, sino para ser igual que el resto.

Lo suficientemente inteligentes como para hacer nuestro trabajo, pero «no» para cuestionar por qué lo hacemos.

Y así, trabajamos tanto que no nos queda tiempo Para disfrutar la vida para la que trabajamos.

Hasta que llega el día en el que ya estamos demasiado viejos para seguir trabajando

y entonces nos empiezan a dejar morir.

Nuestros hijos pasan a ocupar el tablero de juego. Para nosotros la vida es única,

pero no somos más que combustible el combustible que alimenta a la «elite».

La elite que se esconde detrás del logotipo de una empresa.

El mundo es de ellos, y su recurso más valioso no es el suelo.

Somos nosotros.

Construimos sus ciudades. Operamos sus máquinas. Luchamos sus guerras.

Después de todo, no es el dinero lo que los mueve es el «poder».

El dinero es simplemente la herramienta que utilizan para controlarnos.

Pedazos de papel sin valor de los que dependemos para

alimentarnos, movernos, distraernos.

Ellos nos dieron el dinero y nosotros les dimos el mundo.

Donde solía haber árboles limpiando el aire, ahora están las fábricas que lo contaminan.

Donde había agua de la que se podía beber, ahora hay residuos tóxicos que apestan.

Donde los animales alguna vez corrieron libres, están las granjas industriales donde nacen y son sacrificados constantemente para nuestra satisfacción.

Más de mil millones de personas mueren de hambre aún cuando hay suficiente comida para todo el mundo. ¿A dónde va esa comida?

70% del grano producido se usa para alimentar a los animales que comes.

¿Para qué ayudar a los hambrientos? No sirven para generar ganancias.

Somos como una plaga propagándose por toda la superficie.

Destruyendo el medio ambiente que nos permite vivir.

Vemos todo como algo que se puede vender. Como objetos de los que podemos apropiarnos.

Pero, ¿qué sucederá cuando hayamos contaminado el último río o envenenado el último soplo de aire?

¿O cuando ya no haya combustible para transportar los alimentos?

¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que el dinero no se puede comer y que no tiene ningún valor?

No estamos destruyendo el planeta. Estamos destruyendo toda la vida que hay en él.

Todos los años, miles de especies se extinguen para siempre

y no faltará mucho para que seamos los próximos.

Si vives en los Estados Unidos tienes un % de posibilidades de contraer cáncer.

Las enfermedades cardiovasculares matan a uno de cada tres estadounidenses.

Tomamos medicamentos recetados para tratar estos problemas.

Pero la atención médica es la tercera causa de muerte después del cáncer y las enfermedades cardiovasculares.

Se nos dice que todo se puede solucionar dándole dinero a un científico

para que pueda descubrir una píldora que haga desaparecer el problema.

Pero la industria farmacéutica y las sociedades oncológicas dependen de nuestro sufrimiento para obtener un beneficio.

Cuando creemos que estamos descubriendo la cura,

en realidad, estamos huyendo de la causa. Somos lo que comemos

y los alimentos están diseñada sólo para enriquecer a la industria. Nos llenamos de químicos tóxicos.

La carne que comes viene de animales llenos de drogas y enfermedades.

Pero no vemos esto. Las pequeñas corporaciones que controlan los medios de comunicación no quieren que lo sepamos.

Nos muestran un mundo de fantasía y nos hacen creer que es la «realidad».

Ahora parece gracioso pensar que los humanos alguna vez creyeron que la tierra era el centro del universo,

pero seguimos creyendo que somos el centro del planeta.

Hablamos de nuestra tecnología y decimos que somos los más inteligentes.

Pero, ¿son las computadoras, los automóviles y las industrias evidencia de lo inteligentes que somos?

¿O mas bien son la evidencia de lo perezosos que somos?

Nos ponemos la máscara de «civilización».

Pero detrás de esa máscara, ¿quiénes somos?

¡Qué rápido nos olvidamos de que hace tan solo unos años que a las mujeres se les permitió votar!

¡o que a los negros se les concedieron los mismos derechos!

Nos comportamos como si lo supiéramos todo, ¡y hay tantas cosas que no vemos!

Caminamos por la calle ignorando las cosas más simples.

Las miradas en los ojos y las historias que nos cuentan.

Creemos que estamos antes que todo lo demás.

Tal vez nos da miedo pensar que no estamos solos y que somos parte de algo más grande.

Y por eso no somos capaces de «conectar».

Nos da igual matar cerdos, vacas, gallinas, personas de otro país.

Pero no matamos a nuestros vecinos; no a nuestros perros o gatos, aquellos que llegamos a amar y comprender.

Creemos que las demás especies son estúpidas.

Sin embargo, les disparamos para justificar nuestras acciones.

¿Matamos simplemente porque podemos, porque siempre lo hicimos? Tan solo demuestra lo poco que aprendimos.

Que seguimos actuando primitivamente con agresión, en lugar de desarrollar el pensamiento y la compasión.

Llegará el día en que esta sensación que llamamos vida nos abandonará.

Nuestros cuerpos se pudrirán, nuestros objetos de valor serán redistribuidos.

Solo nuestras acciones van a perdurar.

La muerte nos rodea constantemente y, aún así, la vemos tan lejos de nuestra realidad cotidiana.

Vivimos en un mundo que está a punto de colapsar.

Las guerras del futuro no tendrán vencedores,

porque la violencia nunca será la respuesta. Destruirá todas las soluciones posibles.

Si todos examinamos nuestro deseo más profundo, veremos que nuestros sueños no son tan diferentes.

Compartimos un objetivo la «Felicidad».

Destrozamos el mundo en busca de placer y felicidad, sin ni siquiera mirar dentro de nosotros mismos.

Las personas más felices suelen ser aquellas que menos tienen.

Pero, ¿somos realmente tan felices con iPhones, grandes casas, coches de lujo?

Nos hemos «desconectados». Adoramos a personas que no conocemos personalmente.

Vivimos lo extraordinario a través de una pantalla pero vemos lo ordinario en todo lo demás.

Esperamos que alguien traiga un cambio sin pensar en cambiarnos a nosotros mismos.

Las elecciones presidenciales bien podrían ser como tirar una moneda al aire. Son dos caras, una misma moneda.

Escogemos el lado queremos y con eso se crea la ilusión de elección, de cambio.

Pero el mundo sigue igual.

No nos damos cuenta de que los políticos no trabajan para nosotros.

Trabajan para aquellos que los llevaron al poder.

Necesitamos líderes, no políticos. Pero en este mundo de «seguidores» nos hemos olvidado de guiarnos a nosotros mismos.

No esperes más el cambio y sé el cambio que quieres ver en el mundo.

No llegamos a hasta acá por tener el culo en la silla.

La raza humana no sobrevivió por haber sido la más rápida o la más fuerte.

Sino por haber trabajado en equipo.

Ya dominamos el «arte» de matar. Ahora conquistemos la alegría de vivir.

No se trata de salvar el planeta. El planeta va a seguir existiendo, con o sin nosotros.

La Tierra ha existido durante miles de millones de años. Con suerte, cada uno de nosotros vivirá unos años.

Somos solo un instante en el tiempo, pero nuestra influencia es para siempre.

A veces me encantaría haber vivido en una época antes de la informática, cuando no teníamos pantallas para distraernos.

Pero me doy cuenta de que hay una razón por la que esta es la única época en la que quiero vivir,

porque es acá y ahora que tenemos una oportunidad que nunca tuvimos antes.

Internet nos da el poder de compartir un mensaje y unir a millones de personas alrededor del mundo.

Mientras podamos, tenemos que usar nuestras pantallas para acercarnos y unirnos más de lo que nos alejamos y desconectamos.

Nuestra generación va a determinar cómo será la vida en este planeta, tanto para bien como para mal.

Podemos seguir alimentando este sistema de destrucción hasta que ya no quede memoria de nuestra existencia.

O podemos despertar. Darnos cuenta de que no estamos evolucionando,

sino que estamos cayendo. Las pantallas no nos dejan ver hacia dónde nos dirigimos.

Este mismo momento fue producto de cada paso, cada respiración, cada muerte.

Somos los rostros de todos los que existieron antes que nosotros.

Y ahora es nuestro turno. Puedes elegir forjar tu propio destino o seguir el camino que tantos ya tomaron.

La vida no es una película. El guión no está escrito.

Nosotros somos los escritores. Esta historia es tuya.

Es de ellos.

Es nuestra

Fuentes: texto: A film by Spencer Cathcart

imagen: https://www.google.co.ve/search?biw=1280&bih=669&tbm=isch&sa=1&ei=38-lWqbTGKvZ5gKutbjACQ&q=mundo&oq=mundo&gs_l=psy-ab.3..0j0i67k1j0l8.32126.32882.0.33425.5.5.0.0.0.0.236.500.0j2j1.3.0....0...1c.1.64.psy-ab..2.3.498....0.jQecd_nlbtc#imgrc=wAX-SDI3ImwvFM:

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