La infecciosa fiebre de Bitcoin
Al cierre de esta Newsletter, Bitcoin cotiza por encima de los 40.000 dólares (12.000 dólares más alto que al cierre de nuestra anterior Newsletter, del día 28 de diciembre) En los últimos días, Bitcoin ha aparecido en los principales medios de prensa de nuestro país, y eso, por otra parte, debería disparar nuestras alarmas como inversores: “cuando escuches hablar de Bitcoin en todos sitios, no es momento de comprar”. La situación actual del mercado es tan excitante como emocional, por lo que ojo a las manos blandas, abróchense los cinturones y esperen curvas.
Por otra parte, nuestra mamá en el mercado cripto, Ethereum, está ahora mismo apuntando a su máximo histórico (en torno a los USD 1,300), y solamente en lo que va de año ya acumula una subida cercana al 100%.
Pero es importante distinguir una moneda de otra. Bitcoin superó hace unos días a Facebook y Tesla en capitalización de mercado, pero su verdadero reto a largo plazo sería superar al oro. Desde el punto de vista macro, ése sería un verdadero éxito para la moneda de Nakamoto.
Pero lo de Ethereum es otra historia. La plataforma Ethereum nació con otro sueño en mente, con una visión distinta de cómo cambiar el mundo: un universo de aplicaciones y usos completamente descentralizados, una potencialidad infinita consensuada por la comunidad, es decir, la democratización de la tecnología frente a las decisiones unilaterales de los grandes actores del mercado.
De la misma manera que la adopción masiva de Bitcoin necesita de un cambio en la volatilidad histórica de la moneda, que Ethereum se consagre como un sistema al servicio de proyectos comunitarios depende de la sostenibilidad de la plataforma. Para que esas condiciones se den, no puede ser que Ethereum se convierta únicamente en el nicho de operaciones de agresivos proyectos DeFi que están orientados al enriquecimiento rápido.
No sabemos si Bitcoin será alguna vez esa moneda del pueblo, ahora que los institucionales han visto el filón. Ethereum, por su parte, podría estar iniciando la misma senda a largo plazo, y ser fagocitada por las financieras del futuro. O ser, simple y llanamente, el futuro de una sociedad tecnológica.