Sobre el verde de un mercado...
Que inspirador puede llegar a ser un sábado recorriendo un mercado donde el verde y el olor a tierra mojada se convierten en tus anfitriones.
Luego de un año viviendo en Mérida, a las 9 y tanto de la mañana recorrí por vez primera el Mercado Campesino de Ejido, hecho que me llenó de tal regocijo que una vuelta no me bastó para vivirlo con sazón en el alma…, entonces, en cada regreso a los rostros recién conocidos iba reconociendo tradiciones, quehaceres cotidianos, expresiones familiares que me invitaban a seguirlos con la mirada y a sonreír sin reserva… cada respuesta me acercaba a las costumbres de los y las merideñas, encontrarme en cada paso montañitas de cambur verde, ese que no falta en los almuerzos, y que hay que saber quitarles la concha para que no se te manchen las manos, o escuchar ese tono cantaito afable que te circunda la mente hasta el punto de encontrarte hablando igual, o casi igual…
Acá encontrarás algunas imágenes que logré traerme, y revivir esos instantes fugaces, como cuando casi me tropiezo con una graciosa carrucha, hecha de cestas plásticas sostenidas por tablillas de madera y pequeñas rolineras, usada por niños y jóvenes quienes cobran un porcentaje a los que necesitan transportar los alimentos comprados hasta la salida del mercado.
También, la de un abuelito a quien sonreí, y con quien tuve una pequeña y sensitiva conversación, él llevaba ese andar acompasado, esos 87 en la sonrisa, esas manos planetarias, ese azul en la mirada, el vestir elegante propio de Rubén Sansón, como dijo que lo recordara.
En Mérida vivo rodeada de elefantes dormidos, otros le llaman montañas, para mí, ellos solo duermen y despiertan cuando la neblina aparece, entonces, justo ahí, quien sabe a dónde irán…en una de las imágenes que les envío refleja un poco, que hoy sábado, están pronto por despertar.