Se quedó esperando con la taza de café en la mano, abrumada, abatida, llevaba allí tres horas y él no aparecía…ella lo presentía, ya su ausencia venia notándose con insistencia desde días anteriores. Pensaba en morir…siempre se piensa en ello cuando un amor termina, o al menos uno cree que le va a suceder, inclusive pensó hasta en una nota suicida.

Se encontraba sola en el restaurante… acompañada del bullicio de la máquina de hacer café que además le traía un aroma, no se atrevía a probar un sorbo está convencida que no lo podría tragar que su nudo en la garganta la ahogaría…el dolor del abandono…!vaya problema tan ocurrido¡ tan comentado y tan conocido. Ella le dio una especie de ultimátum para que le planteara la verdad…te espero en tal sitio si no vas entenderé que hemos terminado la relación. En su más profundo interior sabía que no iría y también en ese recóndito lugar del alma albergaba la pequeña esperanza que lo volvería a ver….siempre se sabe…pocas veces se acepta.

La escena en presente se ve patética, una joven con un sombrero tan profundamente colocado como si quisiera esconder su rostro (de paso hermoso), joven….golpeada por el desamor como tantas mujeres a lo largo del tiempo…a esa hora le es difícil entender que no morirá, que dolerá mucho, pero que no la matará…

Que solo debe llorar hasta que sane, no volver a buscarle y encontrar los milagros de la vida en otros seres, en otras cosas pero especialmente dentro de sí misma…aun no lo sabe pero en algunos meses o años le agradecerá ese café a solas, le ganará la razón al corazón, esa migaja que pidió bajo presión la cual le fue negada será alimento para el único amor que nos conduce a poder amar a otros y lograr cosas…el amor propio…un café a solas también es bueno.