Viajes por la materia interna

Los sueños son lugares imposibles de controlar. En esencia, son las vivencias más nítidas de la vida, donde lo alcanzable e inalcanzable se entrelazan. Por eso, los sueños son una quimera y una puesta en escena dramática de cosas que quedan perdidas. Cuando el represor es fuerte, los sueños se presentan como un alivio, generando sensaciones reales que, en ocasiones, tienen control sobre movimientos involuntarios.

Así que, aunque al dormir se supone que descansamos, en realidad somos espectadores de quién sabe qué proceso que el cerebro ha decidido ejecutar. A veces, los sueños parecen tan reales que nos dan la sensación de haber salido de nuestro cuerpo y vivido en otro. Esa falta de control da la impresión de que luchamos con otra entidad por el dominio de otro cuerpo, de otra vida. Son experiencias que podrían calificarse como extracorpóreas.

Lo poco que se sabe sobre los sueños proviene del hecho de que aún no comprendemos las transiciones de algún tipo de materia energética muy liviana que, tal vez, pueda moverse por caminos internos de la materia y realizar cosas increíbles fuera de nosotros. No sabemos si son reales o ficticios, si ocurren dentro o fuera de nuestra mente. Algunas veces soñamos, otras no. Parece que, en ciertos momentos, “nos necesitan” y en otros nos dejan abandonados, sin sueños, hasta el nuevo amanecer.