El oro de mis sueños
A todos les habían dicho que venía una crisis para todo el país, pero en ese pueblo marino, apartado del mundo, eso no le importaba a nadie, pues "mientras haya pescado en la mar para nosotros eso es suficiente", se decían.
Pero no contaban con un pequeño detalle: Sin combustible los botes no podían salir de campaña, y eso sí sería una tragedia.
Y pasó; uno de los países más productores de petróleo del mundo se quedó sin combustible, y la crisis más severa de toda su historia tocó a las puertas de las grandes ciudades, y alas del pequeño paraíso de Manuel también.
Y así fue como Manuel tomó la decisión de irse al sur, lejos, lejos, atravesando el gran río, donde decían que el oro crecía en los cerros como si fuera hierba, y de dónde podría venir al año convertido en un hombre muy rico.
Yo no me voy a quedar aquí a comer caracoles todos los días, ni a ver cómo te me pones fea del hambre, y a los muchachos se les infla la barriga de tanto parásito —le decía a su mujer, mientras preparaba su mochila con algo de ropa, agua, casabe y pescado seco.
Su cara tostada por el sol recibía la brisa, amiga de largas jornadas que venía a despedirlo, sus fuertes brazos y espalda ancha se erizaban de tristeza sintiendo como el verso del canto del mar se alejaba poco a poco. Aunque se había prometido no voltear, lo hizo, y miró las huellas de sus pasos en la arena y las tres siluetas: su mujer y sus dos hijos, despidiéndose con las manos al viento, como banderas de una barca que se aleja.
Manuel llegó a las minas dispuesto a todo para conseguir ese oro soñado, y así lo hizo; al principio realizó todo tipo de trabajos menores para abrirse paso en ese pueblo minero, internado en el fin del mundo, con una sola calle larga, repleta de bares y prostíbulos, abastos, un comisario, una capilla con su cura, una medicatura con una enfermera, un banco, y lo más importante, una casa donde le pesaban y compraban el oro a los mineros artesanales; pero hábilmente se fue haciendo amigo de los mineros, aprendió el oficio y vendió su primer oro.

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La vida del minero artesanal es pasar todo el día buscando oro, escarbando en la arena del río, colando y colando en la batea, hasta que al fin logran encontrar un poco de arena soñada, trigo metálico que alimenta el pan de los sueños de todos los mineros, luego van a venderlo, se meten el dinero en sus bolsillos, y en una sola noche de licor y prostíbulos se gastan todo, seguro de que pronto conseguirán más oro.
Pero Manuel no hacía eso, él gastaba solo en lo necesario, mandaba a su familia y guardaba el resto en el banco.
Y así fue haciendo fortuna, Manuel compró el bar más grande de la calle, y montó su propio prostíbulo, todo eso en solo dos años.
Mientras tanto en el pueblo, como la crisis fue pasando, la pesca comenzó a florecer, y la mujer de Manuel mandó a reparar los botes, y los muchachos, ya adolescentes, los capitaneaban, y se convirtieron en buenos pescadores como lo había sido su padre.
Manuel regresó por primera vez a los 4 años, extrañamente envejecido, porque vivía muy bien y era muy próspero, de modo que ya no tenía la necesidad de ir a buscar oro al río; prácticamente se había convertido en el dueño del pueblo minero, tenía dinero y poder, pero dentro de él sentía un vacío inmenso que lo estaba matando.
No solamente sus dos hijos y su mujer lo recibieron como un militar que viene de campaña de una manera exitosa, sino todo el pueblo.
En la noche en el bar, en ese mismo donde Manuel gritaba que el mar era su vida, todos se reunieron a su alrededor para escuchar su historia en las minas, todos querían saber cómo había hecho; todos, los grandes y los pequeños hombres del pueblo, querían ser como él se había convertido en millonario. Fue en ese momento cuando Manuel se dio cuenta de que era el héroe del pueblo.
Al día siguiente sus hijos y la mujer le contaron sus grandes planes, comprar otros botes, cambiar los viejos por unos más nuevos, modernos y grandes, montar un frigorífico, convertir la pesca en una empresa verdaderamente grande, Manuel los escuchaba en silencio, orgulloso de todo lo que habían hecho, pero sintiendo ese vacío tan grande que no sabía explicar.
A la hora de la cena la mujer le preguntó:
—Dime, ¿qué quieres comer? Tengo los mejores pescados de rueda, también hay langosta, lo que tú quieras, dime —le dijo tratando de complacerlo.
Manuel respondió sin pensar:
—Caracoles.
—¿Caracoles? ¿Cómo que caracoles? —preguntó la mujer extrañada.
—Sí —repondió Manuel con firmeza —dile a los muchachos que mañana temprano me saquen unos güacucos.
Mientras Manuel se tomaba su consomé de guacucos, los mismos que despreciaba antes de irse a las minas en busca de oro comprendió que nunca sería feliz lejos del mar, pero que tampoco podía quedarse ya en su pueblo, porque ya sus manos habían desaprendido el arte de pescar; además, su familia se había acostumbrado a recibir sus grandes remesas, y soñaban con ellas para construir un gran futuro, el sueño que solo con él, como su Dios, podían lograr.
El día en que Manuel se regresó al campo minero, todos los despidieron como el héroe que era, como el rey del oro, que había ayudado a engrandecer al pueblo; él saludaba con el rostro complacido, pero por dentro se batían olas de tristeza; en su corazón no brillaba ni el oro del río ni el oro de las minas, ni siquiera el oro de sus sueños. Era Manuel un hombre que había aprendido a irse y a regresar a su casa sin nunca volver de veras.
Me gustaría invitar a @solperez, @genomil y @dove11. Aquí la información
"The sea is my life,"
Greetings, @acostacazorla
I'm Sultan-Aceh from Aceh.
Your story is very special about the sea being your life."
My grandfather was also a sailor, and we grew up on the coast. My grandfather was not only a sailor, but also a rupiah fighter, always looking for something for his children and grandchildren. We are both proud of this.
Let's celebrate it with cheers here together, that the sea is his life.
hehehe
You're right, on the coast, "as long as there are fish in the sea, that's enough for us, his grandchildren, to enjoy life together."
It's sad to hear about the tragedy there. Without fuel, ships can't sail, and we experienced it too.
I was moved to read your story, it reminded me of my life with my grandfather when I was a child.
Greetings from @sultan-aceh to you and your family there. May you always be healthy.
Tu mensaje me hizo sentir que valió la pena escribir este relato. Yo soy del oriente de Venezuela. Acá tenemos al mar como amigo y benefactor de alimentos.
La crisis de combustible afectó a todo el mundo en Venezuela, aún así, en la arena había conchas, que acá se llaman chipichipi y guacuco. Con estas se hace una sopa, que se llama consomé y cuando se le quitan las conchas a los caracoles, se guisan para preparar arroces.
Mil gracias por tu lectura y comentario.
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Upvoted! Thank you for supporting witness @jswit.
Guao, mi querido @acostacazorla, escribiste un texto, muy apegado a la realidad que nos tocó vivir a los venezolanos. Tu descripción sobre las minas es perfecta. Se sufre tanto dentro de esos subterráneos que los mineros viven, de acuerdo con la filosofía del "Carpe Diem". Bueno, hay sus excepciones, Manuel es uno de esos casos. Sin embargo, el pobre rico se sentía luego muerto en vida. Creo que es una sensación propia del que se ha visto en la necesidad de redimensionar sus sueños de juventud por otros proyectos de vida.
Me encantó leerte. Trataré de participar.
Thank you for participating in the competition.
Thank you.
Un relato lleno de heroísmo, que trae nostalgia de quien debe marcharse para que pueda haber prosperidad en su casa y en su pueblo. no es fácil marcharse, le fue bien, pero tener que despedirse, nunca será tan fácil así haya prosperidad,
Así es, mi apreciada @marpa, quien vive lejos de su familia siempre se siente como un huérfano, así tenga todo el dinero del mundo.
Mil gracias por tu lectura y valioso comentario. Saludos.
Hola @acostacazorla, su historia me ha gustado, está muy bien escrita, creo que lo que Manuel siente es algo que han sentido muchos, al tener que partir de su tierra, dejando atrás no solo sus sueños sino sus familia. Al punto de extrañar lo que en un momento dijo que no quería, esos caracoles que no pretendía comer a diario, eso mismo lo ha extrañado.
Suerte en el concurso, muchas gracias por participar.
@josevas217, parece mentira, pero cuando uno emigra, hasta las cosas que criticaba cuando vivía en su pueblo, comienzan a tener otro sentido, otro significado y otro sentir.
Como decía un poeta José Ángel Buesa:
Mil gracias por tu lectura y comentario.
Una historia que es triste y plantea el desarraigo que llega a sentir quien se va de su pueblo y aunque lo anhela, no logra regresar, y es que a veces para volver hay que tener la misma valentía que para irse, la misma convicción. El vacío que provoca el desarraigo conlleva la perdida de la identidad en el sentido que Manuel ya no sabia como ser otra vez un hombre de mar, comprometido con lo que había creado, más que consigo mismo y su familia...
Gracias por participar en el concurso.