La vida sin letras, no es vida y, nuestra amiga @solperez con su dinámica de escritura, nos impulsa a disfrutar la existencia de una manera mágica y creativa donde la escritura, es el principal protagonista. Por ello, unirme a su iniciativa, es una de las mejores elecciones que tengo en casa edición. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Desde el día en que nació Isabella, Wendy ha estado atenta al calendario. Cada culminación de mes, tacha ese período expresando:

¡Uno menos, mi niña!

  La educación que debe recibir Isabella, no se basa en el patrón habitual que sigue la familia tradicional. Es la instrucción que en su momento reciben Wendy y su esposo y, para garantizar que todo se cumpla al pie de la letra, sus padres la educan en casa.

  En el pueblo, todos tienen que ver con la pequeña Isabella, porque a pesar de su corta edad, perciben que actúa como una persona adulta y, así como esa educación les genera asombro, algunos murmuran asegurando que sus padres le están arrebatando la infancia, ya que a la niña le tienen prohibido jugar.

  La sonrisa jamás ha sido posible verla en el rostro angelical de Isabella. Los niños, le dicen cara de piedra y, cuando la ven caminar en la plaza del pueblo, se burlan de ella. Defenderse, no es una acción que ella hace, ya que si intenta llegar a ese nivel, le dicen:

Eres diferente a los demás. No naciste para pelear

  Siendo esta la clara evidencia de que, Isabella está siendo privada de sus propias vivencias, emociones y personalidad, porque la educación que recibe se basa en seguir un patrón que diseñaron para ella.

  El natalicio N.°4 de Isabella ha llegado. El momento de llevarla con don Augusto ha llegado y, Wendy le busca el vestido más elegante que tiene en el closet, mientras la pequeña se termina de alistar para irse a su nuevo hogar.

  En el pueblo, don Augusto tiene fama de ser un hombre muy enigmático y escurridizo. Las personas que se acercan a él, lo hacen con la intención de explorar la magia oscura y, desde que Isabella comenzó a crecer en el vientre de Wendy, ha estado esperando ansiosamente que la pequeña cumpliera los 4 años de vida.

¡Bienvenida a casa, Isabella!

  Son las primeras palabras de don Augusto cuando finalmente tiene la oportunidad de conocerla. Ella, con la seriedad que le caracteriza, responde con una reverencia, mientras Maggie, la asistente del hechicero, la mira de pie a cabeza teniendo pensamientos intrusivos que destrozan su mente y corazón.

  Sin dejar pasar un minuto más, don Augusto agarra su pipa, la enciende y el olor a hiedra venenosa comienza a embriagar toda la casa mientras Isabella vive una metamorfosis silenciosa. Wendy, lejos de impresionarse al ver que su hija deja atrás los rasgos humanos para convertirse en una gallina muy esbelta, se emociona al observar dicha transformación.

  La metamorfosis de Isabella, era el mayor secreto de Wendy, su esposo y don Augusto. Ella, en su desesperación por convertirse en madre, acudió al hechicero y, el pacto que hicieron consistía en que solamente vivirían esa experiencia durante 42 meses.

  Con la transformación de Isabella, sus padres se marcharon del pueblo; de esta manera evitaron la habladuría de los pobladores. Don Augusto vivió con su nueva gallina durante cuatro años y, al concluir ese período, Maggie la sacrificó para prepararle un delicioso caldo; de esa manera, él mantenía sus eternos 89 años de edad.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!