En la penumbra del anhelo, ella esperó,
contando las horas como lágrimas que caen.
Él, su amor, en la guerra se perdió,
prisionero del destino, lejano quedó.

Días y noches, la agonía persistió,
promesas de regreso, un suspiro iluso.
En su lecho, despedazada, se durmió,
un sueño de ausencia, su amor difuso.

Las palabras juradas, como el viento se fueron,
en la vorágine de la guerra, él se perdió.
En el lecho solitario, su corazón quedó,
en pedazos, la esperanza se deshizo.

La paleta de emociones, en gris se volvió,
la pintura de su vida, un lienzo sin color.
Insomnio cómplice de la desolación,
el adiós silente, su única canción.

Nunca más, el eco en la noche resonó,
en la incertidumbre, su alma quedó.
Entre sueños rotos, la tragedia se tejió,
un poema triste, donde el amor murió.