Sv-escritura || Aprender a florecer en el vacío.

En marzo, participe en un bootcamp que sin saberlo, transformaría mi manera de ver la vida. El primer día, la especialista nos pidió germinar una semilla en un frasco de vidrio, sin entender todo el propósito, agarre una semilla de caraota, la intencione, la coloque en el frasco con servilleta húmeda. Al principio solo lo hice por cumplir, sin expectativas. Cada mañana antes de irme al trabajo, le echaba agua y la colocaba en la ventana para que agarrara sol. Y así sin darme cuenta, nació una planta.

Esa pequeña semilla creció silenciosamente, fue un proceso lento, como tantos cambios internos que vivimos sin darnos cuenta. Cuando vi la planta ya grande, me sorprendió como había evolucionado con solo un poco de atención diaria. Comprendí que así como cuidaba esa planta sin notarlo, muchas veces damos todo por las personas que queremos, los que están a nuestro alrededor, pero nos cuesta cuidarnos a nosotros mismos.

El ultimo día del bootcamp entendí el simbolismo de esa tarea, la semilla era yo, la rutina de regarla y hablarle fue enseñándome volver hacia mi, a prestar atención, a sanar desde adentro. Aunque hoy ya no tengo trabajo, sigo con la planta, y también sigo cuidándome.

Le hablo como si fuera una amiga, esa que me recuerda que si algunas hojas se secan, si la raiz sigue estando viva, siempre habrá una oportunidad de volver a crecer. Esa enseñanza me toco profundamente, por ahora en esta fotografia se puede evidenciar como brotan nuevan hojas.

La vida es como esa semilla, basta con cuidarla con amor, paciencia y constancia para que florezca. Hoy me siento como esa planta, sigo creciendo, a mi ritmo y en ese renacer me abrazo fuertemente, me cuido y florezco.