El niño agradecido
El pan siempre estaba duro, no había manera de que en ese hogar se pudiera comer un pan fresco. Era la queja diaria de Frank, todos los días debía tomar un vaso de leche tibia, muy diluida, con un pedazo de pan duro. Era la comida que se servía en el albergue.

Niño comiendo pan
Frank tenia 11 años y estaba en el albergue desde los 10 años; cuando su madre murió de un extraño virus respiratorio. Frank, sin tener más familiares por él conocidos, debió parar en un albergue.
Estaba empeñado en criticar todos los días el comer un pan duro en la cena. Esa noche mientras trataba de dormir estaba planeando dejar el lugar y proponerse conseguir lo que sería una comida digna para su cena, pero en otro lugar.
En la mañana en vez de ir al colegio se escabullo hacia el bosque. Desde allí trataría de atravesarlo para encontrarse con algún lugar que le permitiera conocer formas fáciles de vida.
Nunca antes trató de cruzar el bosque y mucho menos tenía conocimientos de la vida silvestre… pero ¿Qué tan difícil podría ser estar en un lugar con abundantes árboles.? –Se preguntó.
No pasó mucho tiempo en que la misma vida silvestre le contestaría. Había muchas formas extrañas en la parte superior de los árboles.
-Quizás eso sea cómo efecto de los rayos solares entrando acá en el bosque, pero se parece a una bruja voladora. No, no, quítate esa idea de la cabeza, muchacho tonto. No existen las brujas y mucho menos aquí en el bosque.
Hay movimiento allá arriba, entre las ramas. –Se dijo de Nuevo. –Es un mono. De inmediato el mono empezó a establecer una forma de comunicación con los demás de su especie y el sonido crecía y crecía, a medida que le contestaban sus iguales.
Frank salio corriendo hacia más Adelante. A lo que sus piernas le daban. El susto que le causó el sonido con toda esa algarabía lo asustó. Siguió caminando, atravesando la espesura.
El día iba transcurriendo, las horas pasaban porque los rayos solares se posaban en otro lugar, ya no estaba en el medio del bosque sino del otro medio lado del bosque.
Ahora se escuchaban otros sonidos…
¿culebras, Pájaros?
¿Dios mío que es esto?
-Estoy todo cortado, rasguñado. El ir corriendo de un lado para el otro sin saber donde ir me ha roto mi único traje, y tengo las manos adoloridas de agarrar estas ramas, algunas con espinas. Dios mío me duele todo. Se está haciendo de noche y aún no se por donde estoy. Tengo hambre, que daría por estar en casa, en el albergue y comer de ese pan duro y del vaso de leche aguado de todas las tardes.
-Dios mío permíteme volver a casa, se decía llorando Frank. Sus manos ampolladas, rasgadas, sus brazos entumecidos por las cortadas que le han producido las hojas de los arbustos.
-Dios mío, si me permites regresar te prometo comer mi pan duro sin quejas y darte las gracias todos los días por ello.
Ya no soportaba el dolor en las piernas, las rasgaduras de su piel, y el dolor de estomago por no haber comido nada desde el día anterior. Lloraba cómo un bebe, pidiendo clemencia por sus faltas.
En un momento escuchó ladridos de perros, murmullos de voces que gritaban desde lo lejos su nombre. Mientras que él estaba acurrucado debajo de un árbol.
-Creo que escucho que alguien me llama, pero...¿por donde.?- Dirigiendo su cuerpo hacia la dirección en que pensó estaba el sonido, comenzó a gritar.
-Aquí, aquí estoy, debajo de un gran árbol de acacia. Por Dios, díganme que no me engaño, por favor.
Acto seguido llegaron hasta él dos perros que lo olían todo a su alrededor y detrás dos guardias, que lo estaban buscando desde temprano.
-!Aquí está, aquí esta.! Fueron las palabras que oí antes de desmayarme.-
Cuando desperté estaba en mi cama, en el albergue. No saben cuanto placer me da estar en casa de Nuevo. -Pensé sin decir nada de lo que había hecho.-
Los adultos me decían…
¿Cómo te has podido perder así en el bosque, Frank?
¿Que te pasó.?
¿Cuéntanos como te has extraviado?
Yo solo sonreía por estar de vuelta en casa. Hoy no les iba a contar nada. En la mesa del cuarto habían colocado un pedazo de pan duro y una vaso de leche tibia aguada. Fue la comida más deliciosa que he podido comer en mucho tiempo.

Esta es mi participación en el concurso de tema libre de los domingos, en la comunidad @steemvenezuela.
Patrocinado por el usuario @cruzamilcar63
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Thank you very much.
Además de la anécdota muy bien contada, esa aventura que induce al personaje a reconocer que no era tan mala su vida, nos sorprende, al final, el cambio de perspectiva en la narración. La primera persona en el cierre del relato acerca al lector hacia la efusiva emotividad del protagonista... Bien hecho, amiga. Saludos.
Muchas gracias por leer mi publicación y hacer su apoyo en ser tan preciso en su apreciación.
A veces los cambios en las narraciones nos despiertan de la lectura.
¡Holaaa Gertu!🤗
La historia de Frank me hizo recordar en lo que han relatado varios sobrevivientes del holocausto... Pues, ellos aseguran que después de esa terrible experiencia, aprendieron a valorar sus alimentos y las cosas que poseen.
Te envío un fuerte abrazo💚
Parece mentira pero es a través de las malas experiencias que aprendemos a valorar lo que tenemos.
Muchas gracias por el apoyo y por leer mi publicación.