Una Imagen y una Historia Semana #90

  La edición N.°90 de la dinámica Una imagen y Una historia ha llegado gracias a nuestra amiga @suboohi y, me complace decir presente, ya que es una iniciativa idónea para fomentar en nosotros el arte de la escritura. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  La vida en esencia se caracteriza por ser sinergia y, esto se debe a que regularmente las situaciones que exploramos durante el transcurso del día, nos llevan a conectar con diversos elementos que además de complementarnos, tienen la facultad de enseñarnos que, estamos unidos por un propósito específico; novedad que disfruto mucho, porque me impulsa a evolucionar.

  Ahora bien, desde muy pequeña aprendí a disfrutar la sinergia que tengo con el mundo natural. Mi abuela hizo todo lo esencial para ayudarme a conocer dicha conexión y para ello, todas las tardes me invitaba a regar las flores que tenía en su jardín. Recuerdo que en uno de esos momentos ella me dijo:

Pahola, tu vida es como una flor. Cuídala, valorarla y nútrela con mucho amor

  Sus palabras fueron tan encantadoras para mí que, logré guardarlas en mi memoria sin importar mi corta edad y, dicho recuerdo no se limita ahí, ya que en ese momento regabamos la variedad de flores Bella las once que había en su espléndido jardín, por lo tanto, este mágico souvenir con mi abuela hizo una sinergia perfecta entre sus expresiones, el elemento natural y nosotras.

  Cuando mi abuela falleció, esta flor pasó a ser un símbolo especial que me trasladaba a las vivencias con ella y, a pesar de que no había tenido la oportunidad de contar con un jardín espléndido como el que ella tenía, a principios de año decidí que en mi casa iba a tener un espacio para plantar esta hermosa flor que estimula su recuerdo en todo sus aspectos.

  Las primeras flores que planté, se quedaron en el camino, porque las hormigas y bachacos hicieron lo suyo para evitar que estas crecieran. No obstante, en enero del año en curso finalmente brotó un tallito y, al verlo, me emocioné mucho, porque sentí que ya tenía el símbolo de mi abuela en mi mini jardín, además de que el orgullo se apoderó de mí, ya que no me di por vencida.

  Luego de que el tallito de mi flor Bella las once comenzó a botar, dupliqué mis cuidados, porque bajo ningún concepto quería que se arruinara y, a medida que avanzaba el tiempo, mi emoción aumentaba, ya que de alguna u otra forma, todo ese proceso me llevaba a recordar el rostro de felicidad de mi abuela cuando atendía a sus flores.

  Varios meses después de arduo cuidado, mi primera flor Bella las once brotó y, es la que les comparto en esta publicación. Cuando vi este brote, de manera instantánea recordé las palabras de mi abuela y, la inspiración que sentí en ese momento fue sorprendente, porque durante el crecimiento de la planta percibí el valor de la vida.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

La fotografía presentada en esta publicación fue extraída de mi galería personal