El Arquitecto de mi Realidad: La Frontera Invisible.

¡Cómo me gustan los cuentos, y más cuando tienen finales felices!

Hace algún tiempo que no escribo un cuento, de esos con los que sueño y me divierto cambiando algunas cosas en la trama. No siempre tengo sueños placenteros, pero, cuando en el sueño algo no va bien, suelo despertar y al recordar lo que estaba soñando, como todo un arquitecto, me dispongo a volverlo a soñar para rediseñarlo y hacerle los cambios que quiero.

Así que, sin más preámbulos, vamos con el cuento:

Oneray, un tipo educado, que lee muchos libros de crecimiento personal, aplica técnicas de velocidad lectora, estudia inglés como segundo idioma, y que habla por la calle del medio (sin mentiras, aunque puede llegar a suavizar la verdad) se había dado cuenta de algo poderoso, que le estaba ocurriendo, pero no se había detenido a pensar en ello, o como él mismo dice: "No me había puesto a filosofar en esto"

Durante años, y vaya que fueron muchos, sus pensamientos habían sido como nubes grises: en ellos anticipaba tormentas que jamás llegaban.

Se preocupaba, se tensaba, se paralizaba, dolor en el cuello, dolores de cabeza, angustias, estrés… y luego, cuando actuaba, descubría que todo era más sencillo de lo que imaginaba.

_Fuente:

Un día muy temprano en la mañana, mientras tomaba su café y el sol naciente, le acariciaba el rostro, sonrió, y pensando en voz alta, dijo:

— ¡Qué molleja… todo lo que temía solo vivía en mi mente!

Había cruzado una frontera invisible y salido de una cárcel sin barrotes:

De víctima de sus pensamientos, a guardián de su mente.

Ahora entendía que los miedos eran humo, y su voluntad, fuego.
Y cuando el fuego arde, el humo se disipa.

No necesitaba garantías de nada, solo coraje.
No necesitaba certezas, solo dirección... un norte.
Y sobre todo… no necesitaba la aprobación de nadie, porque ya se estaba escuchando a sí mismo.

¡Qué vaina que, cuando queremos hacer algo por nosotros mismos, aparece quien diga que no se puede o trata de alguna manera de desmotivarnos!, pensó para sus adentros, mientras volvía a tomar otro sorbo de café sin azúcar ni endulzante. Ya estaba acostumbrado a ese sabor y a apreciar el sabor de la sacarosa o de otros polisacáridos que quedan después del tueste del grano de café, sin embargo, tendía a tomarlo suavizando el sabor con agua.

Recordó, en ese momento, todas aquellas personas que le decían cosas para desmotivarlo, que le decían que no se podía o que era imposible alcanzar esta o aquella meta, sin embargo, recordó aquella poderosísima frase que Nelson Mandela utilizó en uno de sus discursos "Siempre parece imposible hasta que se hace", y cómo su propia vida era el resultado de esta simple, pero profunda verdad.

Mientras volvía a llevar a su boca, esa taza negra con café recién hecho, filosofó, como frecuentemente lo hace, y reflexionó diciéndose las siguientes palabras:

A veces, no necesito que el mundo cambie. Solo necesito creer que puedo moverlo. Gracias, Dios, por tu gracia derramada en mí y porque, antes de que yo naciera, ya me habías dado las herramientas para ser una persona exitosa durante mi paso por esta tierra.

Con este último párrafo, agradezco cada mañana a Dios por todas sus maravillas... y yo soy una de sus maravillas.

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Tengo algunas publicaciones que quizás puedan ser de su interés, y que, a continuación, compartiré alguna de ellas:

1.- Etiquetas: La Clave Para Ser Vistos y Valorados en Steemit.

2.- Dile NO al Resteem Irresponsable.

3.- Suscriptores, Seguidores o Relaciones: El verdadero sentido de una red social.