No podemos negar que nosotros los hijos vamos a tener diferencias con nuestros padres, no vamos a pensar igual siempre y eso puede hacer que choquemos un poco, muchas veces a mi me ha pasado con mi mama.
Ella perdió dos hijos, el primero murió al nacer y el segundo murió a los 8 años de leucemia, esto fue muy difícil para mi mamá, pues la muerte de un ser querido es muy dolorosa y más la de un hijo.

Después, Dios le dió la bendición de tener una hija y nací yo, pero por todo esto que ella pasó, como la muerte de sus dos hijos y muchas cosas más, hicieron que fuera muy sobreprotectora conmigo, tanto que en muchos momentos me sentía asfixiada y también que no podía ser alguien, aparte de que ella siempre ha tenido su carácter y todas estas cosas juntas hicieron que no le contara nada de mi vida, porque me daba miedo el estarme equivocando y que ella reaccionara de una mala manera. Aun vivo con ese miedo, esa es la verdad.

Pero lo que rescato y me alegra mucho es que también el tiempo que nosotras hemos tenido separadas nos ha servido para reflexionar y entender muchas cosas.
Una de ellas es que entendí que todo lo que hacía mi mama es porque me ama y porque a ella también le daba miedo perder a otro hijo, (sin imaginarse que en muchas ocasiones me estaba perdiendo por la forma en que actuaba y que a mí me dolía mucho).

Otras de las cosas es que he madurado en muchos aspectos y he aprendido bastante de lo poco que he vivido a mis cortos 19 años de edad, ya que he podido experimentar más cosas que quizás estando al lado de mi mamá nunca hubiera podido obtener el control.