▶En tu opinión, ¿quién mostró mayor madurez emocional durante la conversación y qué te hizo sentir así? ¿Fue la honestidad, el autocontrol, la empatía o algo más?

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El hecho de que plantee una plática para subsanar un problema que puede convertirse en una situación irremediable, le confiere mayor madurez al esposo desde el comienzo. Ante estas circunstancias, las personas se tornan muy sensibles, sin embargo, sus palabras iniciales no expresaban ningún reclamo, ninguna intención de zaherir a su cónyuge, sino el definido propósito de evidenciar las diferencias de comportamiento entre el trabajo y el hogar. Es un hombre que está consciente de que su esposa tiene todo el derecho a progresar en el ámbito laboral, pero que no puede, de ninguna manera, descuidar el amor, las esenciales interrelaciones y detalles que convierten al matrimonio en una institución ejemplar y perdurable.

La esposa, por su parte, quiso minimizar los planteamientos del marido, diferenciando el trabajo del hogar. En los espacios laborales es casi una exigencia aparentar amabilidad y simpatía, pero él le hizo entender que ciertas conductas que, al principio, solo parecen un requisito más dentro de los lineamientos de un buen empleado pueden transformarse en sentimientos más profundos y verdaderos, porque son misteriosas e impredecibles, muchas veces, las reacciones de los seres humanos.

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▶¿Crees que el engaño emocional puede causar tanto o incluso más daño que el engaño físico? ¿Dónde crees que comienza la verdadera traición: en el corazón o en el cuerpo?

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La mayoría de las veces, cuando el engaño físico se convierte en realidad es porque ya ha existido previamente el engaño emocional; es decir, el primero es una consecuencia de este último. Es muy difícil que el engaño físico surja de la nada, en un aquí y un ahora que nada tienen que ver con el pasado, para que se produzca debió existir alguna marcada o sutil intención de llevarlo a cabo. La verdadera traición comienza entonces en el corazón, en la consciente o inconsciente determinación de alcanzarla.

De acuerdo con lo que acabamos de decir, el engaño emocional puede llegar a convertirse en una corrosiva fuente de daño, mucho más nocivo que el físico. Todas las señales, todas las huellas, todos los desplantes y las desatenciones que va dejando la pareja, a medida que transcurre el tiempo, se van acumulando en el corazón de la persona afectada hasta que se hace emocionalmente insostenible; y en caso de que no se enfrente y se solucione, puede transformarse prácticamente en una tortura. El engaño físico, por su parte, es la consumación de las sospechas, el hecho irreversible al cual las personas sensatas deben buscarle una solución rápida y definitiva.

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▶¿Cuáles son algunas señales sutiles pero contundentes de que la distancia emocional está creciendo entre las parejas? ¿Puedes detectar estas señales de alerta antes de que sea demasiado tarde?

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La señal más notoria es la falta de comunicación, la ausencia de esa cercanía que hubo quizás con anterioridad, en la que los detalles, por más simples que fuesen, no pasaban desapercibidos y mucho menos los hechos que fuesen relevantes para ambos. Si alguno de los integrantes de la pareja no se preocupa por compartir sus éxitos o sus problemas con el otro y solo llega al hogar a ensimismarse en sus particulares inquietudes, está creando incómodas barreras en la relación.

Los cambios de costumbre son igualmente indicios de que un abismo emocional podría interponerse entre las parejas. Si uno de los dos comienza a llegar tarde alegando excusas insostenibles, si gasta más dinero de lo normal, si de repente está mucho más atento al teléfono que antes y no lo deja fuera de su alcance en ningún momento, si se molesta o se fastidia por todo, si ahora le ve defectos al otro que antes ni los notaba, si cambia su forma de vestirse… todos estos comportamientos inusuales son alertas que podrían denunciar el alejamiento emocional.

Cuando en verdad se ama y estamos comprometidos de manera fiel y sincera con la otra persona, podemos fácilmente detectar cualquier señal que se interponga en el desenvolvimiento de la relación. Solo cuando convivimos con otro ser humano lo conocemos de forma cabal, con todas sus virtudes y sus más minúsculos defectos. Ante esta realidad, no es conveniente pasar por alto ninguna sospecha, ningún comportamiento extraño que percibamos. Es imprescindible siempre plantearlo con sensatez y entereza para que no se transforme en una situación irremediable.

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▶¿Puede el amor sobrevivir verdaderamente a una profunda traición? ¿Qué necesitas realmente para reconstruir y reconectar con la confianza rota?

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Nada puede herir más que una traición, ya que la persona que la sufre puede llegar a sentirse menospreciada, insegura de sus atributos y hasta culpable, en cierto modo, por lo que ha ocurrido. Sin embargo, el amor es un sentimiento tan grande y hermoso que puede ser capaz de perdonar los más deleznables comportamientos, de ofrecer una segunda oportunidad cuando siente que, a pesar de los errores, ese individuo infiel es con el que desea pasar el resto de su vida.

Ahora bien, la confianza rota solo puede reconstruirse con una conducta intachable, con una actitud que demuestre verdadero arrepentimiento y disposición para recuperar, poco a poco, el equilibrio armonioso que antes existía. Es imprescindible evitar el más mínimo indicio que sugiera o denuncie el regreso de los arteros comportamientos que permitieron o evidenciaron la traición. Quien se atrevió a ser infiel debe asumir una actitud inquebrantable para borrar sus culpas.

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▶Si fueras consultor matrimonial, ¿qué consejo darías a las parejas que están pasando por un desamor y están sanando? Habla desde la sabiduría, la experiencia o incluso desde el dolor personal.

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Les inculcaría que lo primordial es la honestidad. Las heridas y las inquietudes deben exponerse desde la sincera convicción de que lo hacen para solventar sus diferencias y mantener la relación. En ese sentido, las palabras que se digan nunca deben provenir desde el reconcomio, desde la acusación que le asigna al otro todas las culpas ni mucho menos desde el odio, por supuesto. Los errores de uno de los integrantes de la pareja no pueden convertirse en banderas que se traen a colación frecuentemente para reiterarle sus inconstancias; ni el buen comportamiento del otro debe erigirse en un paradigma irrefutable de virtud para zaherir a la pareja de forma constante. Es imprescindible trabajar en la búsqueda de un equilibrio que les permita comprenderse y amarse, buscando siempre que las virtudes se multipliquen con el fin de opacar los defectos.

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