Aun recuerdo esas noches donde juntos reíamos y charlábamos de la vida. Siento una gran nostalgia que me invade sólo al recordar lo feliz que era al reflejarme en tu mirada, mientras la brisa y la noche acompañaban nuestra velada.

      Recuerdo esa noche cuando estabas sentado junto a mí y escuchábamos canciones y conversábamos. Cómo casi todo el tiempo, hablábamos de todo y de nada específico. Nuestras miradas chocaban en un momento que se me ha hecho eterno ahora que te he perdido.

      Por un pequeño instante tras la armonía de una melodía quise resolver el misterio que tu profunda mirada escondía. Esa noche de mi te despediste con un abrazo fuerte y me dejaste con la esperanza de que volvería a verte.

      Han pasado tres largos años desde esa noche y ahora, hemos vuelto a ser dos extraños. A veces, paso por el lugar donde me diste ese último abrazo y extraño el calor que me ofrecían tus brazos. Me pregunto, si algo salió mal o tal vez, no fuimos correspondidos por algún ángel del amor.

      El otro día, descargué la canción que sonaba mientras me abrazabas en aquella última noche que nos despedimos. No me quedó de otra, que aceptar que hay amores que no son para siempre y que los buenos momentos quedan en el corazón. Cada vez que escucho esa canción, te recuerdo...