The day has arrived || Llegó el Día [Eng/Esp]

After two decades. Twenty years. 7,300 days (and something!) since this bottle was stored.
Twenty years of saying "not today, better next week," "let's wait for a special occasion," or the classic: "don't open it, that's for when Messi wins a World Cup!" (and yes, that happened too).

This bottle isn't just wine.
It's a time capsule.
A symbol of patience... or chronic indecision.
It's the silent witness to forgotten anniversaries, canceled dinners, and get-togethers that ended with pizza and soda.
But it's also a promise: that one day, the perfect day would come.
And that day is today (because if we wait any longer, it evaporates on its own).

We open with reverence (and a little fear) this gem: Rutini Cabernet-Malbec 2003.
A wine that matured in the dark... like us during the pandemic.
Who waited longer than a call from the insurance company.
Who held back more than an adult in a toy store.

Today we don't just toast to the taste,
we toast to time...
to those who were here, those who are here, and those who have yet to arrive because they said "I'm leaving" half an hour ago.

After 20 years, the time has come to taste it.
And the truth is... how good the wait tastes when it comes with body, aroma, and a lingering finish!

Después de dos décadas. Veinte años. 7,300 días (¡y pico!) desde que esta botella fue guardada.
Veinte años diciendo “hoy no, mejor la semana que viene”, “esperemos a una ocasión especial” o el clásico: “¡no la abras que esa es para cuando Messi gane un mundial!” (y sí, también pasó eso).

Esta botella no es solo vino.
Es una cápsula del tiempo.
Un símbolo de paciencia… o de indecisión crónica.
Es el testigo silencioso de aniversarios olvidados, cenas canceladas y reuniones que terminaron en pizza y gaseosa.
Pero también es una promesa: la de que algún día, el día perfecto llegaría.
Y ese día es hoy (porque si esperamos más, se evapora sola).

Abrimos con reverencia (y un poco de miedo) esta joya: Rutini Cabernet-Malbec 2003.
Un vino que maduró en la oscuridad… como nosotros en pandemia.
Que esperó más que un llamado del seguro.
Que se contuvo más que un adulto en una juguetería.

Hoy no brindamos solo por el sabor,
brindamos por el tiempo…
por los que estuvieron, los que están, y los que todavía no llegan porque dijeron “voy saliendo” hace media hora.

Después de 20 años, llegó el momento de probarlo.
Y la verdad… ¡qué bien sabe la espera cuando viene con cuerpo, aroma y un final persistente!