Empanadas and Friendship || Empanadas y Amistad [Eng/Esp]steemCreated with Sketch.

in GEMS8 days ago

Good afternoon, friends of Steemit.
Today I want to share a night that wasn't just a dinner, but a little piece of life kept in our hearts. At the home of Don Julio and his wife María, the meal was merely an excuse for something much deeper: a celebration of love, friendship, and those traditions that embrace us like a poncho around our souls.

The house had that warmth that comes not only from the fire, but from good people. As soon as we walked through the door, we were enveloped by an old, familiar scent… the scent of something delicious cooking slowly, like it used to be. In the kitchen, María—with her flowered apron and her motherly hands—was sealing the empanadas from Salta one by one. Not in a hurry, but like someone who knows that each filling holds a story.

Beside her, Don Julio greeted us with a smile and a bottle of Viñas de Alvear, which he uncorked like someone uncorking a memory. "This must be celebrated," he said. And he was right. Because what was served that night couldn't be bought anywhere: it was the memory of a beloved north, served hot.

The table was simple but full of soul. On a tray lined with absorbent paper lay the empanadas, golden like a sunset in the Calchaquí Valleys. We bit into them almost with respect. And at the first crunch, the journey began: knife-cut meat, onion, hard-boiled egg, spring onions, and that slight spiciness that doesn't bite, but thrills. It was a bite of what we were, of what we are when we share.

The conversations ignited like old embers. So did the laughter. At one point, Don Julio raised his glass and said in a calm voice: “I learned to love these empanadas before I learned to love María... and today, seeing you enjoy them, I feel it was all worth it.”
María, somewhere between cheerful and bossy, added: “And if you don't repeat them, they won't come back.”

We repeated them, of course. Because you can't say no when something embraces you from the palate to the chest.

The night moved on quietly outside. But inside, time seemed to have stopped. And as the empanadas disappeared, the memories remained. Because at Don Julio and María's house, you don't just have dinner: you inherit a way of loving.
And that, my friends, is never forgotten.

Buen tardes amigos de Steemit.
Hoy quiero compartir una noche que no fue una simple cena, sino un pedacito de vida guardado en el corazón. En casa de Don Julio y su esposa María, la comida fue apenas una excusa para algo mucho más profundo: una celebración del amor, de la amistad y de esas tradiciones que nos abrazan como un poncho en el alma.

La casa tenía ese calor que no viene solo del fuego, sino de la gente buena. Apenas cruzamos la puerta, nos envolvió un perfume antiguo, familiar… el de algo rico cocinándose despacito, como antes. En la cocina, María —con su delantal floreado y sus manos de madre— cerraba una a una las empanadas salteñas. No apurada, sino como quien sabe que cada repulgue guarda una historia.

A su lado, Don Julio nos recibió con una sonrisa y una botella de Viñas de Alvear que descorchó como quien destapa un recuerdo. "Esto hay que celebrarlo", dijo. Y tenía razón. Porque lo que se servía esa noche no se compraba en ninguna parte: era la memoria de un norte querido, servida en plato caliente.

La mesa estaba simple pero llena de alma. Sobre una bandeja con papel absorbente descansaban las empanadas, doradas como un atardecer de los Valles Calchaquíes. Las mordimos casi con respeto. Y al primer crujido, llegó el viaje: carne cortada a cuchillo, cebolla, huevo duro, verdeo y ese leve picante que no pica, pero emociona. Era un bocado a lo que fuimos, a lo que somos cuando compartimos.

Las charlas se encendieron como brasas viejas. Las risas también. En un momento, Don Julio levantó la copa y con voz serena dijo: “Estas empanadas las aprendí a querer antes que a María... y hoy, al verlos disfrutar, siento que todo valió la pena.”
María, entre risueña y mandona, acotó: “Y si no repiten, no vuelven.”

Repetimos, claro. Porque no se puede decir que no cuando algo te abraza desde el paladar hasta el pecho.

La noche afuera avanzaba callada. Pero adentro, el tiempo parecía haberse detenido. Y mientras las empanadas se iban, los recuerdos se quedaban. Porque en casa de Don Julio y María no solo se cena: se hereda una forma de querer.
Y eso, amigos, no se olvida nunca.