A Lunch to Remember || Un almuerzo para recordar [Eng/Esp]

That afternoon, we decided to take a break from everything: work, noise, routines. We met at our favorite restaurant, that quiet corner where the sushi always arrives with a smile from the waiter and the sound of rice enveloping stories.

My dad arrived in his typical good mood, and I was already waiting for him, hungry and eager to chat. We sat face to face, with ice-cold sodas, our plates ready, and the promise of a good time ahead. We ordered without looking at the menu, because we already knew what we wanted: good sushi, as always.

While we waited, we talked about everything: about life, about the little things that sometimes go unspoken but are missed. Between laughter, memories, and father-daughter jokes, time seemed to stand still.

The sushi arrived with its unmistakable aroma and impeccable presentation. And although the best was on the plate, the most precious thing was sharing that moment together. Every bite had the taste of connection, of lunches that become unforgettable memories.

Because it wasn't just about eating sushi... it was about enjoying the moment with him: my dad, my partner in adventure, and the best conversationalist at the table.

And so, between chopsticks, soy sauce, and lots of smiles, we sealed another chapter in our story.

Ese mediodía decidimos hacer una pausa de todo: del trabajo, del ruido, de las rutinas. Nos encontramos en nuestro restaurante favorito, ese rincón tranquilo donde el sushi siempre llega con una sonrisa del mozo y el sonido del arroz envolviendo historias.

Mi papá llegó con su clásico buen humor, y yo ya lo esperaba con hambre y ganas de charlar. Nos sentamos frente a frente, con las latitas de gaseosa bien frías, los platitos listos y la promesa de un buen rato por delante. Pedimos sin mirar mucho el menú, porque ya sabíamos lo que queríamos: sushi del bueno, como siempre.

Mientras esperábamos, hablamos de todo un poco: de la vida, de las pequeñas cosas que a veces no se dicen pero se extrañan. Entre risas, recuerdos y bromas de padre e hija, el tiempo parecía detenerse.

El sushi llegó con su aroma inconfundible y su presentación impecable. Y aunque lo mejor estaba en el plato, lo más valioso era compartir ese momento juntos. Cada bocado tenía el sabor de la complicidad, de los almuerzos que se convierten en recuerdos imborrables.

Porque no se trataba solo de comer sushi… se trataba de disfrutar el momento con él: mi papá, mi compañero de aventuras, y el mejor conversador de la mesa.

Y así, entre palitos, salsa de soja y muchas sonrisas, sellamos otro capítulo más de nuestra historia.