SLC-S24/W4 - Debate poderoso | ¿Trato o No Trato?

  Canalizar un convenio es fundamental para el desarrollo social e individual, porque a través de ese trato, podemos mantener un equilibrio adecuado en las diversas circunstancias que vamos a experimentar; siendo esta una clara evidencia de que, las negociaciones también permiten que nuestras interacciones sean fluidas.

  Partiendo de lo anterior comprendemos que, para canalizar un convenio, la puerta del debate se abre y, las partes involucradas siempre van a exponer sus argumentos. Algunos coincidirán, otros no, e independientemente de ello, lo importante de estas experiencias es que, todo trato merece un análisis profundo antes de ser aprobado o rechazado.

  Un nuevo ciclo escolar se ha iniciado y, los alumnos de la escuela primaria Vida, llegan a las instalaciones con mucha algarabía. Los niños de primer, segundo y tercer grado, quieren conocer el nuevo salón de clases, al igual que, les causa curiosidad saber quiénes van a ser sus nuevos compañeros en esta aventura escolar que iniciarán, por lo que, cada momento que experimentan, es de gran emoción para ellos.

  Aunque todos los alumnos de la escuela Vida están en el mismo entorno, la atención de ellos no coincide de manera general, ya que los más grandes están focalizados en el teléfono celular que poseen y, lo que sucede en las plataformas digitales, es el verdadero espectáculo para ellos. Por lo tanto, dejar de estar atentos a lo que sucede en la red, no es una opción que están dispuestos a considerar.

  Durante las clases, hacen uso de dichos dispositivos en todo momento y, a pesar de que realizan una que otra investigación cuando la profesora les indica, la mayoría del tiempo transcurre mientras ven los videos más virales que hay en la red de los influencers que ellos admiran y, quienes se han convertido en el mejor ejemplo a seguir que tienen.

  La profesora no puede controlar esta situación, porque son todos los alumnos y, cuando ella hace el intento de pedirles que guarden el dispositivo para prestarle atención a la clase, le dicen:

Profesora, entre los útiles escolares que nos pidieron, decía un teléfono inteligente, así que no nos puede pedir que guardemos algo que consideraron esencial para nuestra educación

  Ante este argumento, los profesores se sienten desarmados y, no es mucho lo que pueden hacer. Por ello, imparten las clases a pesar de no contar con toda la atención que ameritan las explicaciones y, para limpiar sus manos, dicen que si necesitan aclarar alguna duda, pueden buscar en Internet videos relacionados con el tema.

  El tiempo avanzó y, el año escolar finalmente culminó. Los profesores están reunidos en la sala de conferencias y, cuando ven que los niños de primer a tercer grado, tienen mejor promedio que los demás, preguntan:

¿Cuál es la clave para lograr ese aprendizaje?

  Interrogante que ellos responden con un armónico, emotivo y satisfactorio mensaje reflexivo:

Educando con pantallas limitadas y no excluimos los libros

  La era moderna que estamos viviendo, aporta diversos desafíos en la sociedad que no dejan de sorprenderme y, aunque la mayoría de ellos están calificados como elementos claves para nuestra evolución, pienso que debemos detenernos a analizar detalladamente cuál es el impacto positivo y negativo que ellos van dejando en nosotros, porque varios de esos elementos han dado pie a atrasos o descontrol en el avance que estamos buscando.

  Ahora bien, para enfocarnos en esos desafíos que experimentamos, haré referencia al contexto tecnológico dentro del mundo académico, porque desde que los teléfonos inteligentes forman parte de nosotros, excluirlos de las escuelas cada día es más cuesta arriba y, pienso que esto más allá de ser un problema de la tecnología, el punto de quiebre ha estado en cómo las instituciones académicas han manejado dicho uso.

  Un estudiante, cuando va a la escuela, lo hace para estudiar, no por motivos recreativos. Por ello, tener un equipo tecnológico en clase con acceso libre a Internet, es garantizar que la distracción esté a su alcance y, esto sin duda alguna, generaría que, en vez de estar concentrado en aprender, lo estará en ver qué está sucediendo en el mundo digital.

  Debido a lo anterior, soy partidaria de que más allá de llegar a un punto de prohibición, las escuelas lo que pueden hacer es limitar el acceso al uso del dispositivo, porque si el argumento es que el alumno debe usar el teléfono celular para realizar las respectivas investigaciones, entonces el Internet solo debe estar disponible para páginas web de investigación.

  Puedo comprender que esto implicaría un alto costo para el sistema educativo, pero pienso que si se quiere garantizar un buen uso de la tecnología dentro de las instalaciones académicas, hay que marcar muy bien los límites, porque hacer de lado en su totalidad estos equipos, sería un gran error. Sin embargo, los profesores usándolos correctamente y, enseñar a los alumnos a utilizarlos, se podría tener mejores resultados; acotando que, esto tampoco implicaría que todo lo van a investigar desde un teléfono celular, ya que el equilibrio entre la investigación física y digital, se debe garantizar, porque las dos aportan herramientas indispensables de adquirir para el proceso de aprendizaje.

  Desde mi punto de vista, el uso del teléfono celular en un aula de clase se ha convertido en un problema incómodo para los docentes, porque desde el primer momento no se han canalizado las normativas en cuanto a la ocupación que le dan y, esto se complica más cuando delegan todo el aprendizaje a dicho dispositivo.

  Por ello, más allá de centralizarnos en una categórica prohibición, hay que redireccionar todo para excluir el acceso a aplicaciones o portales que no sean de fines académicos mientras estén en la escuela y de esta manera, las instituciones garantizarían que los estudiantes además de tener acceso a las investigaciones que el docente les solicite, también aprendan a usar sus dispositivos para fines educativos.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

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