Día perfecto en la playa con mi bikini rosa

Hoy fue uno de esos días en los que mi cuerpo, mi mente y mi corazón me pedían algo diferente… un respiro. Así que sin pensarlo demasiado, preparé una pequeña mochila, tomé mi toalla, un libro, agua fría y por supuesto, me puse mi bikini rosa favorito. Ese que siempre me hace sentir linda, cómoda y segura de mí misma. Me vine solita a la playita, con ganas de dejar que el sol me abrace, que la brisa me despeine y que el mar se lleve cualquier pensamiento que pese.

Apenas llegué, busqué un rincón tranquilo, extendí mi toalla y me senté a contemplar el mar. Me quedé varios minutos en silencio, solo sintiendo. Y la verdad, hacía mucho que no me regalaba un momento así. Respirar hondo, cerrar los ojos, escuchar las olas… me recordó que a veces no hace falta nada más. La playa es uno de esos lugares donde todo parece sanar un poco. Incluso las cosas que no sabías que necesitaban sanar.

Después me metí al agua. Estaba deliciosa, ni muy fría ni muy caliente, y en cuanto estuve dentro, sentí cómo todo mi cuerpo se relajaba. Estuve ahí jugando con las olas como si fuera niña otra vez. Sin preocuparme por el reloj, por los pendientes ni por el celular. Solo yo, el mar y el cielo. Me tomé algunas fotitos para guardar este momento en mi memoria, y sí, también porque me sentía muy bonita con este bikini rosa que me encanta.

Más tarde me recosté en la arena a leer un poco, comer mi snack y disfrutar. Vi gente caminando, otras personas con sus hijos, parejas abrazadas, y pensé que cada quien encuentra su forma de ser feliz. Yo hoy encontré la mía en este rinconcito frente al mar.

No todo en la vida es trabajo ni correr de un lado a otro. También es necesario detenernos, respirar profundo y sonreír sin razón. Y eso hice hoy.

Ojalá también tú encuentres un momento para ti, para hacer eso que te da paz. Te lo mereces. Desde aquí, con la piel llena de sol y el alma contenta, te mando mucho cariño.