Mi día comienza con mi oración matutina, donde me levanto a las 5 a. m. para agradecer a Dios por un nuevo día y para que siga tomando control de la condición ocular de mi esposa, quien ha estado experimentando problemas de retina en ambos ojos, lo cual ha afectado su visión.

Después de la oración, mi esposa se levantó, ya que teníamos que llegar temprano a la clínica hoy para la cita con el especialista en retina, ya que se está sometiendo a un tratamiento láser en ambos ojos.

Nos preparamos, desayunamos y recogimos a mi hija mayor, quien nos acompañará a la clínica.

Tomamos la autopista y en 40 minutos estábamos en la clínica, esperando a que llegara el especialista para cumplir con la misión del día.

El médico llegó a las 9:10 a. m. y procedió a ponerle unas gotas en los ojos a mi esposa. Luego la llevaron al área donde se administraría el tratamiento láser. Nadie más podía entrar excepto el médico y la paciente, así que tuve que esperar en el pasillo de la clínica.

Pasaron cincuenta minutos y mi esposa ya había salido del consultorio, así que pudimos regresar a casa. Regresamos alrededor de las 12:20 p. m. Al llegar, mi hija menor había preparado el almuerzo, que disfrutamos muchísimo, ya que esta semana tuvimos que llevar a mi esposa tres veces a tratamiento láser e inyecciones de retina.

Mi esposa debe usar gafas de sol, ya que le incomoda mucho la luz brillante.

Almorzamos y nos tomamos un descanso largo, y cuando menos lo esperábamos, nos quedamos sin electricidad durante un buen rato, lo cual fue muy incómodo.

Alrededor de las 8:30 p.m. regresó la electricidad y entonces me dispuse a cenar una cena muy sencilla de arepas y ensalada para poder pasar la noche más tranquilo y dormir mejor.