Mi objeto especial

  Guardar objetos ha sido una acción que me acompaña desde temprana edad. De hecho, en casa tengo la etiqueta de ser la coleccionista de la familia, porque me encanta conservar elementos icónicos para mí. Por ello, la dinámica de @lirvic se ajusta perfectamente a mi medida. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Desde que la memoria me permite recordar vivencias, sé que mi familia pregunta a quién heredé la actitud de conservar cosas, porque ellos no lo hacen. Sin embargo, pienso que esto no tiene ningún tipo de relación con eso, sino que, solo se trata de recuerdos especiales con el objeto que estoy conservando.

  Recuerdo claramente que hasta mi adolescencia, conservé unas muñecas de trapo que me obsequió mi tía y, me desprendí de ellas con mucho pesar, pero sé que era el momento además de que fue por una causa noble así que, podría decir que dicho guayabo, logré superarlo y le sigo agradeciendo a esas muñecas la felicidad que me dieron.

  Ahora bien, cuando tenía siete años de edad, mi papá me obsequió una revista que relata la vida de José. La intención de su obsequio fue acercarme a las historias bíblicas y, partiendo de que este suceso es su favorito, consideró que era una excelente manera para tener éxito en su objetivo y, no estuvo errado, porque desde el primer momento que la vi, me encantó además de que, sentí agrado con lo que hizo José.

  Esta revista no solo me enseñó a conocer la historia de José, ya que también fue un canal perfecto para practicar mi lectura e incluso, escritura, porque me gustaba hacer copias o dictados con estos relatos. Por lo tanto, el aprendizaje que me obsequió esta revista, fue más allá del aspecto bíblico y, eso, duplica su toque especial.

  Para mi papá, era importante que conservara este objeto. Por ello, me di la tarea de guardarla en un lugar donde estuviera segura, además de que, cuando veía algo que me recordara la historia de José, rápidamente la buscaba para leerla de nuevo y, hoy día, les puedo decir que es la historia de la Biblia que más conozco.

  Les confieso que guardo como una memoria fotográfica la felicidad que tenía mi papá por obsequiarme este objeto especial y, 21 años después de ese momento, continúa destilando dicha emoción las veces que se la muestro, porque de todas las cosas que me traje de Barquisimeto cuando nos mudamos a Puerto Ordaz, esta fue la primera que empaqué.

  En mi etapa de juventud, ese objeto especial ha sido el canal perfecto para entablar debates muy importantes con mi papá, ya que he tenido la oportunidad de escudriñar en otras fuentes lo que vivió José y, durante esas tertulias, siempre la tengo en mis manos además de que, al finalizar la conversación, le agradezco por su obsequio.

  Mi papá siempre ha sabido cuáles son las cosas que me van a encantar, pero como siempre le digo: con esta revista fue demasiado espléndido, porque me ayudó a seguir estimulando mi pasión por la escritura y lectura, además de que, me acercó más a él, ya que unió su pasión por la historia de José, con mi actitud de querer conocer acontecimientos históricos; en este caso, de la Biblia.

  Aseguran que no debemos tener apegos por las cosas y, en cierto modo, estoy de acuerdo con ello. Pero, en mi caso, no estoy apegada a este objeto especial, ya que lo que siento por esta icónica reliquia es, amor por un recuerdo feliz con mi papá cuando me la obsequió.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación fueron tomadas con mi teléfono celular Tecno Spark 30c y tienen exclusividad para esta publicación}