La escritura es un arte que estimula las emociones, ya que a través de los relatos que creamos o, leemos, conectamos con sensaciones que diariamente exploramos y, nuestra amiga @solperez es consiente de lo poderoso que es este estimulo al momento de fomentar la redacción. Por ello, me complace unirme a su dinámica. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Los hermanos Rosales están viviendo de manera espléndida sus años mozos. Desde temprana edad se dedicaron a trabajar arduamente en el campo y, el producto de dicho esfuerzo les permitió amasar una fortuna tan grande que, ellos se pierden en la cantidad de ceros a la derecha que representan dicha suma de dinero cuando la van a repetir.

  Comprar ganado y parcelas para sembrar verduras, hortalizas y frutas, es una actividad que hacen cada semana. Por ello, con el paso del tiempo terminaron siendo dueños del pueblo Ojo de Agua y, aunque a nivel comercial ellos son la imagen que sale a relucir, para que todo fluya, cuentan con un amplio personal que también trabaja arduamente en las tierras de los hermanos.

Ustedes son un gran ejemplo a seguir

  Es lo que siempre les dicen cuando están en el momento de pagos y, ellos emocionados por el éxito que tienen en todo lo que emprenden, constantemente suelen organizar fiestas o, obsequian una cantidad considerada de dinero a todas las personas que estén en el momento de algarabía en que viven.

  Así como los hermanos Rosales han disfrutado la bonanza del trabajo duro, en Ojo de Agua también se vivió un espléndido progreso durante 42 años gracias a la visión de agricultura y ganadería que ellos tuvieron. Dicha evolución dio pie a que los habitantes de pueblos cercanos se trasladaran a este paraíso de la prosperidad.

  Desde su caballo, Tadeo, el capataz de los hermanos Rosales, anunció a toda voz:

En las siembras y el ganado, cayó una lluvia de langostas

  Sin embargo, sus compañeros estaban tan ebrios que, no paraban de reírse y le decían que disfrutara la vida, porque sus patrones pagaban todo. Él, al ver que no contaba con ellos, se fue a la casa grande para solicitar apoyo de los Rosales, pero estos también estaban en estado etílico.

  Tadeo, tampoco contó con la ayuda de sus patrones y, regresó al campo, pero en su retorno, vio que las langostas ya habían devorado todas las cosechas en conjunto con el ganado. Lo que un día fue el reflejo de la frondosidad y prosperidad en Ojo de Agua, en ese momento se transformó en destrucción total que acabó en minutos.

  Casi ocho horas después de esa masiva destrucción, los Rosales recuperan la cordura y se enteran de lo sucedido. Llaman al contador para conocer los cálculos de ese gasto, pero este les dice:

No hay dinero para cubrir este tipo de accidentes. Ustedes no aceptaron tener un seguro que cubriera esta eventualidad, además de que gastaban mucho en fiestas y, el dinero que queda en el banco, solamente respalda la tercera parte de las deudas con los acreedores

  Las declaraciones del contador los aturdieron al punto de que, se fueron a la cantina del pueblo para ahogar sus penas en el alcohol. Entre lamentaciones, repetían que sus malas decisiones los llevaron a derrochar dinero en momentos banales y, no considerar un seguro, jamás se lo iban a perdonar.

  Ojo de Agua no volvió a ser un pueblo próspero luego de ese ataque de langostas y, los hermanos Rosales, después de haber sido conocido como los mejores terratenientes, ahora son la referencia del error que los llevó a perderlo todo.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!